martes, agosto 25, 2009

Foros y otras algas

Publicado en "Diario Menorca" martes 25 agosto

Dejamos provisionalmente el muelle de la bahía para acometer una aventura insoslayable tras las valientes acciones del “Comando Binidalí”. Las noticias sobre la cívica retirada de algas en una de las playas más apreciadas como “zonas odoríferas”, nos animaron el otro día a bajar, con todos los pertrechos ad hoc (prensa deportiva, novela, sombrilla y sillas, por orden de importancia en época de fichajes). Claro que era quince de agosto y al pestazo de algas en descomposición se unió pronto el inherente a la masa corporal apelmazada en tan angosta franja playera. Pero constatamos que, al contrario que el mes de julio, arena, lo que se dice arena, haberla, hayla, por lo menos en los escasos huecos no ocupados por los tomos de Stieg Larsson. Perfume ambiental, también, pero el ecosistema es el ecosistema.
Al día siguiente, tampoco hablaban muy bien de ese copyright biosférico los restauradores de San Adeodato, donde su otrora blanca y suave arena ha sido sustituida (por la ignorante naturaleza, lega en razones económicas) por un ríspido macar, un inaccesible amasijo de pedruscos de todos los tamaños, donde cualquier tentativa de baño puede proporcionar una inolvidable estancia veraniega en un servicio de urgencias y el consiguiente master en “Cartas al Director” protestando por la espera tercermundista, etcétera.
Para recuperarme de la misión ecológica, bajo al puerto en busca de paz, me instalo en uno de los bancos de Cala Figuera, y me dispongo a leer el reportaje de Es Diari sobre el desarrollo de los debates en el Foro Menorca Illa del Rei que, bajo los auspicios del Ateneo y Editorial Menorca, impulsa el incombustible Paco Tutzó, y al que no he podido existir por razones profesionales (trabajar en agosto tiene sus servidumbres).
-A ver si no todo queda en retórica, los menorquines debéis actuar ya, de lo contrario el futuro puede zozobrar-me apunta R. catalán con casa en Menorca desde hace cuarenta años-. Desechar fundamentalismos ancestrales, como la oposición a los campos de golf…
-Bueno, yo estoy por algunos campos de golf, regados con aguas residuales, sin planes urbanísticos camuflados...
-¿Y la carretera?- me interrumpe con ganas de marcha.
-Pues, no, no me parece una buena idea el llamado desdoblamiento. Creo que el impacto ambiental sería excesivo y, además, no lo veo necesario. Con el desvío de Ferrerías, algunas acciones concretas en otros tramos, y la posibilidad futura de trenes eléctricos…
-Reducir trabas y burocracias que desincentivan a los emprendedores...
-Estamos de acuerdo, la seguridad jurídica es fundamental para los inversores: normas claras e inequívocas de obligado cumplimiento para todos (Por cierto: ¿cómo va a quedar finalmente la ya esquilmada lámina de agua del puerto de Mahón?). Pero también los empresarios deben poner de su parte, reinvirtiendo en sus negocios en lugar de exprimirlos, apostar por la formación profesional… Las instituciones deben reducir burocracias, mejorar las infraestructuras, tanto las de la era analógica como la digital, dar la batalla en el transporte aéreo… En pocas palabras, definir una nueva Menorca way of life que, sin perder de vista su peculiaridad frente a la balearización, se sacuda de encima sus tics antiturísticos y la sociedad civil su tendencia al suicida Pel que és Menorca n’hi ha prou.
-¡Idò!, fins l’any que ve…

-Feliz retorno a la devaluada normalidad.

jueves, agosto 20, 2009

Melancolia en Agosto

Publicado en Diario Menorca el miercoles 19 agosto

No sólo en otoño restallan los largos sollozos de los violines de la melancolía. También en el agosto menorquín y no sólo por los incesantes conciertos de verano. Es aquel rostro que se aproxima en el Moll de Llevant y te sonríe mientras intentas descorrer desesperadamente los cortinajes de tu memoria, descifrar esa mueca que vagamente te recuerda un gesto. ¿Quién se esconde tras semejante amasijo de arrugas?, ¿cómo me ha reconocido él de entre las mías?, ¿no me habrá confundido con el abuelo de otro? En otra ocasión es el hijo de aquel amigo desaparecido que te hace evocar recuerdos perdidos entre los pliegues de tu cerebro…
O una esquela en Es Diari como la del amigo Manolo Sánchez Rodrigo a quien nunca llegué a confesar (un paciente, un libro o los avatares de nuestro Sporting Mahonés copaban nuestras ocasionales conversaciones) que en buena parte me hice médico porque un día, en Fornells, me liberó de las púas de un erizo cuando yo era un niño que se propuso ser un día como él… Ahora, desde el Moll de Ponent levanto la vista hacia la antiestética mole de la vieja Residencia Sanitaria y me parece verle rodeado de pacientes anhelantes de consuelo, como ese mesías laico que siempre fue. También veo a Marieta Pelegrí, la gran patrona de la enfermería en tiempos heroicos siempre solícita y eficaz, o ahora a la auxiliar Esther, cuyos delicados y elegantes desplazamientos por la tercera planta conformaban una estampa de ballet mientras sus expresivos ojos emitían chiribitas de consuelo y amistad… Melancolía de tiempos médicos sin politiqueos ni marketing.
Intento recuperarme del spleen pero ya estoy a la altura de la desaparecida escalerita donde nos bañábamos de niños, a la altura del “Latitud 40º”, y me parece ver ahora el espectro de la osuna espalda de mi padre, el brillo nada luciferino de su calva:
-Oye, viejo -le digo en plena ensoñación-, por fin triunfan tus últimos objetivos militares…
Aunque no dice ni mu, continúo con mi desvarío:
-Sí, hombre, sí, tus nunca olvidados planes de fundar una célula de Al-Atchem-Idò (alérgicos a los adefesios), con la misión de dinamitar (en invierno) hoteles playeros… Parece que finalmente y sin violencias vamos a ver desaparecer monstruos hoteleros gracias a la estrategia gubernamental de Sostenibilidad de la Costa que se va aplicar de forma pionera en Menorca, para restituir y regenerar el litoral insular.
Aunque mi mujer, al verme hablar solo, asegura que cada día estoy más gagá, escucho perfectamente la risa sardónica del viejo oculista, quien no descansará en paz hasta que se dinamiten los hoteles playeros de Son Bou y Cala Galdana entre otros…
Cala Figuera luce esplendorosa bajo el magisterio estético de S’Illa del Rei iluminada (gracias, eternas gracias, Luis Alejandre por tu empuje cívico). Me siento en uno de los nuevos bancos de madera y pido disculpas a S’Illa por haber declinado la oferta de participar en su inminente foro sobre el presente y futuro de Menorca. Le explico (creo que algunos salmoneteros me observan asombrados: no es muy normal eso de hablarle a una isla), que habitualmente no pienso Menorca sino que la disfruto y, por tanto, no me siento capaz de pergeñar un discurso mínimamente coherente en tan pocos días. Sobre todo si mi viejo ullastre está permanentemente colonizado por vocingleras tropas aragonesas de todas las edades. En fin.

jueves, agosto 13, 2009

Lecturas de verano

Publicado en Diario Menorca el jueves 13 agosto 2009
He dado orden a mis asesores de imagen (vamos, los que manejan de verdad mi ordenador) que me den de baja en Facebook. Entré allí como pulpo en un garaje, ingenuo y desapercibido, y desde entonces recibo un aluvión de aspirantes a amigos / as a quienes debería contestar y no lo hago por falta de tiempo y / o ganas. Me pasa como con el teléfono móvil: no me da la gana estar permanentemente disponible, me agobia. No me gustaría parecer distante y/o antipático, pero ante la permanente amenaza de una intempestiva llamada no tendría ocasión de dejarme arrullar por el bisbiseo de las hojas del ullastre o de dejarme mecer por los augustos y sugerentes contoneos que pespuntean la ribera de la madre de todos los puertos.
Bien, prosigo mi periplo por el muelle de la bahía y me encuentro a L., quien pasea ostentosamente uno de los tochazos de Stieg Larsson. Como los que no me ven cara de matasanos me la ven de consejero áulico de Laporta o de lector compulsivo, a la altura de la sirenita me espeta:
-¿Qué te parece?
-¿El qué?
-Stieg Larsson-me contesta, como si me hablara de un viejo y común amigo.
-No tengo la menor idea-replico mientras echo una ojeada a una morena espectacular.
L. me mira con ojos desorbitados
-Pero, ¿cómo un lector acreditado como tú, que escribes libros e impartes conferencias no lees a un fenómeno de la literatura como Larsson?
Allí, ante la sirenita, siento que me invade la misma desazón que cuando compruebo en mi correo electrónico la incursión de una docena de solicitantes de amistad en Facebook o como cuando el verano pasado mi sobrino de cabecera se extrañó de que no conociera de nada a un tal Fran Perea, o cuando me siento incapaz de devolver dieciséis llamadas en mi móvil y opto por borrarlas.
-Bueno, cof, cof, verás…Me detengo. Cuidado. Iba a decirle que siento alergia a los bestsellers, pero me acuerdo de mi hijo, que me llama pedante a la menor ocasión…
-Mira, es que no me interesan mucho las tramas policíacas-contesto, satisfecho de haber encontrado una respuesta neutra.
-Pero hombre, Larsson es mucho más que eso. Deberías rectificar.
-Fuuu…-suspiro-, es que sus libros son muy gordos-digo con la expresión más contrita que puedo configurar, vamos, rebajándome hasta límites inconcebibles para un lector que se precia de haberle hincado el diente con fruición a Proust-, además, ahora estoy gratamente ocupado con nuestro paisano Cees Nooteboom y su deliciosa “Lluvia roja”-añado, con la esperanza de una indulgencia plenaria por aquello de la menorquinidad.
-¿Quién?
-Un amigo, profundo conocedor del alma humana, que nos regala imágenes insólitas de la vida menorquina a través de la palabra, como si en el intervalo de cada parpadeo, el viajero impenitente que es Cees fijara matices que a nosotros se nos escapan…
Pero a estas alturas de mi perorata el admirador de Stieg Larsson era una figura lejana y encorvada por el peso del libro, y el salmonetero estaba ya a merced del culé de guardia en el Moll de Llevant:
-¿Qué farem enguany?
Levanto el pulgar y la sesión mientras la luna llena de agosto riela sobre las aguas de Cala Figuera... Y vuelvo a acordarme de lo que escribe Cees, cuyo feraz jardín lluïsser (sin jardinero) le impide ver la luna. Para verla, dice, “tengo que acercarme al mar, de donde emerge grande y dorada, o aguardar hasta más tarde, cuando todo está en calma y silencio, y las luna ya muy alta baña todo el jardín en plata. Y entonces, por un instante, uno se siente capaz de beber esa luz…”

Cees Nooteboom... y Yating

Publicado en Diario Menorca el 4 de agosto 2009

Sentado en el muelle de la bahía, como Ottis Reding, hago una pausa en mi diario deambular por la madre de todos los puertos para recrearme en el reportaje que nos ofrece Babelia sobre nuestro candidato (in pectore) a Nobel, Cees Nooteboom, quien desde su casa de Sant Lluís explica sus vivencias viajeras y literarias: “Se levanta del asiento y sale al sol y a la brisa de su isla…en aquel jardín donde aún están las dos palmeras que plantó hace más de treinta años…Allí en la casa del gran nómada de entre siglos, marcada con el número 8 donde surgen, acaban y vuelven a nacer todos los caminos del mundo”
En mis tiempos de presidente ateneísta traté de llevar a Cees a la tribuna de la casa, pero quería darle el rango y solemnidad de una apertura de curso, y no pudimos congeniar agendas pese a los esfuerzos de Hans Rotters, amigo del escritor. Bien, creo que no podemos dejar pasar más tiempo al respecto: Cees merece, por la calidad de su obra, su cálida afabilidad y su querencia menorquina, un reconocimiento público a la altura de la grandeza de su figura. Y los menorquines aprovecharnos de ello: sería formidable poder escuchar de viva voz su experiencia de nómada del mundo y sedentario en Menorca.
Levanto la vista del periódico y me recreo en la contemplación del paisaje de mi infancia cuando, en verano, abría ojos y ventanas: la Isla del Rey, que este año por fin puede admirarse sin necesidad de escrutar entre los yates atracados. Y a eso iba, la nueva ordenación portuaria en la zona de Llevant despierta elogiosos comentarios entre los practicantes de mi deporte favorito de verano: pasear salmonete arriba, salmonete abajo, de Corea a Sa Colàrsega (bueno, seamos francos, mi mujer y yo nunca llegamos tan lejos, y expliquemos ya al no avisado que moll en catalán significa al mismo tiempo salmonete y muelle).
Practicamos yating, morboso deporte( por lo menos en tiempos de crisis) que consiste en observar lo bien que viven los que viven realmente bien, con los marineros (y marineras) de sus embarcaciones sirviéndoles una botella de albariño perlada de fresco rocío, mientras ellos miran sin mirar a los salmoneteros como quien ve llover parapetado tras los cristales de su imponente mansión. El mundo es así, hermanos, parecen decirnos, más vale que lo aceptéis de buen grado. Pues esta temporada, el yating se ha desplazado al nuevo muelle de S’Espigó donde proletarios isleños y del planeta Tierra caminan unidos en el jadeo, recomponiendo la imagen de los niños de Dickens apostados en el escaparate de una pastelería. En fin.

sábado, agosto 01, 2009

Articulismo (The end)

Concluimos el "Taller de Articulismo" y me remonto al primer consejo útil que me dieron a los doce años, cuando colgaba mis crónicas futbolísticas de los tablones de anuncios: antes de escribir, lee, lee mucho. Y así empecé a hacerlo de forma metódica, casi nunca compulsiva hasta hoy mismo, en que bajo el árbol centenario termino "Ana Karenina", una imperdonable laguna en mi historial lector, como lo fuera "En busca del tiempo perdido" los veranos anteriores.
Hablo también del ojo clínico para explicar el advenimiento de una idea de artículo: la puesta en marcha simultánea de varios circuitos cerebrales que relacionan unos casos clínicos con otros, experiencias vividas, diferentes lecturas, intuiciones, y replanteo dos preguntas básicas a la hora de escribir: ¿Tengo algo que decir que no se haya dicho de tal o cual asunto?, ¿puedo repetir algo con un sesgo original?
Me refiero luego al "periodismo sin periódicos" que se dice que viene, dada la triple crisis del periodismo tradicional a que hacía referencia el domingo pasado Milagro Pérez-Oliva, Defensora del Lector de el diario El País, la propia del descalabro económico, la crisis del modelo industrial con la eclosión de los diarios on line, y la de credibilidad de los periodistas a quienes la gente ve formando parte de un grumo con las elites sociales y las de los partidos. No hay más futuro para el periodismo tal y como lo conocemos que la calidad en los análisis y la dignificación de la profesión periodística, que pasa, inevitablemente, por una adecuada remuneración.
Me refiero luego a la importancia de las formas, tando de respeto al idioma (homenaje al inolvidable Lázaro Carreter, cuyo libro "El dardo en la palabra" sígue siendo imprescindible) como las que hacen referencia a la dignidad de las personas (no todas las opiniones son respetables, las personas que las emiten, sí) y al papel esencial del matiz frente al auge de los discursos jaula ( "los impuestos son un expolio", "todos los políticos son iguales", "los nacionalismos ajenos son malos y el mío bueno y natural", etcétera).
Por último aconsejo no buscar sólo aquellas opiniones que corroboran nuestros prejuicios sino abrirse al que opina distinto y a la posibilidad de que nos convenza si sus argumentos son más sólidos que los nuestros; está bien tener convicciones, pero no hasta el punto de no admitir evidencias en su contra.Investigar, cual zahorí el curriculum de quien escribe una tribuna supuestamente sesuda ( hoy día proliferan los pretendidos científicos o historiadores que dan gato por liebre). Finalmente abogo por la inclusión de la lectura de la prensa diaria en los colegios, incluyendo naturalmente, todo el espectro ideológico, lo que de paso llenaría de contenido plural la controvertida asignatura de Educación para la ciudadanía".
Como colofón al cursillo leo varios pasajes de la madre de todos los artículos. el "Vuelva usted mañana" de Mariano José de Larra y expurgo mis propios recortes-joya de artículos aparecidos en prensa nacional en los últimos treinta años y que como obras imperecederas que son aguantan impertérritos las heridas del tiempo.