VIERNES, 13
Solo hay una cosa peor que estar
conectado y disponible todo el día y es que los demás crean que lo estás. Y
esto es lo que pasa, ¿cómo explicar al mundo que a uno le gusta estar recogido
consigo mismo y ajeno a timbrazos y mensajitos?, ¿qué decir a estos pobres
desdichados que te llaman a todas horas, “¿estoy hablando con don Pedro?”, para preguntarte tus
impresiones sobre cualquier asunto o tratar de
inducirte a cambiar de compañía?, ¿cómo ser cortante sin ser descortés?,
¿cómo evitar que te tomen por neandertal cuando en una encuesta sobre nuevas
tecnologías les dices que sí, que eres un profesional cualificado pero que no
tienes smartphone ni deseas tenerlo?
Tras rechazar con diferentes excusas la compra de un jamón curado de Teruel ( “soy
muy mayor y solo tomo calditos”, le
contesto cuando no sé cómo quitarme de
encima a una aragonesa impostada que soltaba un “ico” cada dos palabras), una
encuesta sobre Unicef, y otra de la propia compañía del móvil que casi siempre
llevo apagado, acepto la interlocución de una encuesta sobre política general
porque me pilla en un momento de remordimiento por tanta ¿descortés? negativa,
desarmado, y porque pienso que es un buen momento para poner a caldo a los de
la casta y a sus pretendidos redentores. Pero me escucho a mí mismo soltar tal
serie de incoherencias y contradicciones que acaban de quitarme cualquier
atisbo de fe en estas tomas de pulso. Total, que en la
lluviosa tarde del viernes me reafirmo en que no me gusta estar siempre
localizado, mucho menos disponible y,
además, me doy cuenta de que no me fio
un pelo de las encuestas.
SÁBADO, 14
Pues resulta que Uma Thurman no se ha
operado la cara, que todo era maquillaje. Y uno que tenía el comentario a punto
sobre la imagen / icono de uno mismo, la estetización
del mundo (muy interesante el libro de Lipovetsky que acaba de publicar Anagrama sobre el “capitalismo
artista”), y demás rasgamientos de vestiduras, celebro habitar un tipo de artículo,
el dietario semanal, que me permite aplazar, sedimentar, rectificar, en lugar
de la inmediatez / insensatez del artículo diario del aquí te pillo aquí te
mato.
Pasa lo mismo con el tema estrella de
estos días, la implosión controlada de la federación socialista madrileña, que
de haber tenido que comentar sobre la marcha hubiera cargado las tintas sobre
el autoritarismo, la falta de democracia interna y el sursum corda. Pero claro, el espacio se había terminado, no quería
eliminar nada de lo escrito y ahora, un par de días después ya no pienso lo
mismo. Y es que Gabilondo el físico, de confirmarse, sería un gran candidato,
quizá el único que puede ahuyentar el espantajo de una Esperanza Aguirre
folklórica, de otra época, y de paso relanzar al atribulado socialismo español.
Veremos.
Tras presenciar resignadamente el
primer gol del Realísimo, me adentro en la maraña ciudadana del carnaval para
llegar al Ateneo y recrearme, con otros friquis de la mitología griega, en las
penalidades de Prometeo, Tántalo, Sísifo e Ixión, y me aterra especialmente, como tragaldabas
que soy, el suplicio de Tántalo, el pobre, que cada vez que intentaba comer,
los manjares se alejaban de su boca…
DOMINGO, 15
Habrá que repetir, por activa y por
pasiva, como dicen los políticos, que algunos no estamos en contra de la mejora
de la carretera general ni somos trogloditas, sino que solo discutimos dos, DOS, de las rotondas previstas, y
que nada tenemos que ver con la contienda electoral. Resulta cansino reiterar
lo obvio, aunque últimamente la gaviota mensajera sugiere un nuevo y falaz
argumento: criticar el exceso de rotondas (repito, solo el exceso, algunas son
necesarias), es desprestigiar la marca
Menorca… ¡Acabáramos!
Por la noche, en La Sexta, más madera, un ingeniero de caminos plantea la madre de
todas las preguntas: ¿Están justificadas cuatro rotondas de doble nivel en diez
kilómetros de carretera?
MARTES, 17
Diálogos cibernéticos: Por fin puedo
manifestar un punto de acuerdo con quien
disiento en casi todo y con quien me une, además del afecto que se remonta a
paseos conjuntos por la Explanada en los carritos que empujaban nuestras
madres, la música, determinada música, como Tapestry
de Carole King, mi disco de toda la
vida (en mi funeral, tengo dicho a los
míos, quiero que suene You’ve got a
friend). Alborozado por la constatación, se lo comunico por email. ¡Albricias!, me responde. Un
puente es un puente. Precisamente acabo de escribirle un cuento a Inés sobre
ríos y puentes…
JUEVES, 18
Enternece ver los esfuerzos de los
dirigentes populares por pronunciar “Ciutadans” en catalán íntimo. Lo que hay
que hacer por un puñado de votos…