martes, febrero 16, 2010

Asuntos peliagudos

Crisis aparte, escucho como todas las mañanas la radio-diferentes emisoras-y me preocupan especialmente dos aspectos de la actualidad porque inciden en puntos muy sensibles de la estructura del Estado democrático. La primera, la del presunto chivatazo de la policía a los terroristas para que levantaran el vuelo y no fueran pillados durante las últimas negociaciones con ETA. De confirmarse y sustanciarse jurídicamente, sería un escándalo tanto o más grave que el terrorismo de Estado de infausto recuerdo. Que la policía, ministerio del interior o quien sea del aparato estatal alerte a unos terroristas haya o no tregua, haya o no negociación, es más de lo que lo que cualquier sensibilidad democrática puede aceptar.
El otro asunto es el del procesamiento del juez Garzón a instancias de entidades de más que dudosa procedencia e intenciones por su intento de investigar algunos crímenes del franquismo y ayudar en la localización de fosas comunes. Al parecer, el juez "campeador" habría incurrido en el delito de prevaricación por cuanto no le correspondía investigar algo ya amnistiado, etcétera. Sin entrar en disquisiciones jurídicas en las que soy ignorante, los argumentos utilizados para procesarle parecen notablemente rebuscados y podría decirse que suenan a "vendetta" por parte de antiguos compañeros de carrera y, cuando menos, torticeras intenciones por parte de sectores de la derecha cavernaria.
Garzón no deja indiferente a nadie, para lo bueno y para lo peor, pero a su vez nadie puede negarle arrojo y entrega. Quienes le acusan de izquierdismo doctrinario parecen olvidar que nadie como él contribuyó a la caída del felipismo con sus investigaciones sobre el GAL y nadie puede pasar por alto su enorme contribución a la lucha antiterrosista y contra la impunidad de las dictaduras como la de Pinochet. No sería una buena noticia para la democracia su salida de la Audiencia Nacional por la puerta falsa.