MIERCOLES, 15
Reunión
póstuma de la Plataforma para el diálogo sobre las obras de la carretera
general. Y digo póstuma porque no ha habido forma de aproximar posiciones y la suerte
está ya echada. Alea iacta est para
los defensores acérrimos de las obras tal y como están planteadas (“legitimidad
democrática, infraestructuras, progreso y seguridad” es su divisa) y para
quienes, también conscientes de la necesidad de la mejora, estamos hondamente
preocupados por el impacto paisajístico y el gran consumo de territorio de la
reforma planteada (una macro rotonda cada kilómetro y medio, algo así como
veintiún campos de fútbol), y hubiésemos querido algo a nuestro juicio más ajustado
a la realidad. Me encantaría estar equivocado en mi atribulada percepción, pero ante el comienzo
de la obras uno se siente como el perrillo Idefix cuando Obelix se pone a
arrancar árboles…
JUEVES, 16
Inicio
programa de radio con Diana con quien ya había colaborado años atrás y cuya voz
sigue siendo envolventemente cálida. Me gusta la radio, despierto con ella
todos los días desde tiempo inmemorial y me encanta volver a casa, en este caso
la radio de Diana, soy un gran regresador
(me gusta irme pero sabiendo que voy
a volver), y por eso elijo como sintonía “Going Home” de Leonard Cohen. Intento
seleccionar opiniones de la semana prescindiendo de titulares, tuiteos,
eslóganes y guerra de trincheras. Busco artículos especialmente reflexivos y
templados, con vocación imperecedera, aunque no rehúyo la actualidad, más
rabiosa que nunca. ¿Seré un zahorí loco?
VIERNES, 17
Lo comenté en
la radio y me resisto a no dejar
constancia aquí. Es sobre las ominosas tarjetas negras de Bankia. Escribe
Xavier Vidal Folch en El País: “El
culebrón de las tarjetas desmocha tres mitos. Uno, el del Gobierno
plutocrático, según el cual es mejor que gobiernes los ricos porque no
necesitan corromperse… Dinero llama a dinero. Segundo mito caído: la presunción
de que la derecha siempre gestiona la economía mejor que la izquierda. Tercer
mito derrumbado: un alto nivel de renta y de educación vacuna contra la
irregularidad, el fraude fiscal y la corrupción…” ¿Reímos o lloramos?
SÁBADO, 18
La carne es
débil. Debería haber ido a la concentración informativa de la Plaza de la
Constitución, pero cielo está tan azul, tan luminoso, la temperatura tan
agradable, que decido ir a la playa con Inés… Cómodamente instalado en la
tumbona de guiri observo los juegos
acuáticos de la niña y pienso en la
fugacidad no ya de la vida sino del verano que se va y cabeceo irónicamente por
la costumbre (inexplicable para mí) de tantos paisanos que inmediatamente
“después de Gràcia” guardan los pertrechos estivales y se visten de invierno. Mesquinets, no saben lo que se pierden.
MARTES, 21
Gratísima
noticia la de la recuperación de Teresa, la auxiliar de enfermería contagiada
por el virus Ébola. Más allá de errores de gestión sanitaria que habrá que
analizar y corregir, lo más penoso ha sido el miserable intento de algunos
medios progubernamentales de culpabilizar a la víctima y sacudirse así
responsabilidades. Aunque lo peor de lo
peor, a nivel global, porque este es un asunto de interés mundial, es que pese
a la peligrosidad del virus, surgido en Sudán y Zaire ¡en 1976!, no ha habido
ningún esfuerzo serio para encontrar una vacuna o un tratamiento… ¿Será porque
solo afectaba a poblaciones rurales de países marginados?
MIÉRCOLES, 22
El atildado
Ángel Acebes abre de nuevo una doble vía de investigación…
JUEVES, 23
Miguel Ángel
Pons Sintes, el Dr. Pons, pionero de la moderna toco-ginecología en Menorca,
nunca pareció aceptar de buen grado la jubilación. Su vida fue la medicina, la
vida hospitalaria, los compañeros, los pacientes. Desde que dejara el hospital
se le veía alicaído, algo desconcertado, e intentaba paliarlo acudiendo al
Mateo Orfila con cualquier excusa para seguir sintiéndose partícipe de una
profesión singular a la que solo renunció por imperativo legal. Al Dr.Pons la
medicina le imprimió carácter como un sacramento laico que renovaba día a día
con fe inquebrantable. Excelente compañero y amigo solo era temido por sus
efusivos, férreos y, a veces, hasta traumáticos abrazos y apretones de manos,
marca de la casa de un médico apasionadamente vocacional. Un colega
inolvidable, un hombre de bien.