No se recuerda en estos pagos un invierno semejante: largo, frío, húmedo, ventoso, incluso con nieve, tan extraña para los isleños mediterráneos como el sol para los nórdicos. Si a ello se le añade la preocupación creciente por la situación político-económica, no cabe duda que nos encontramos ante una de las primaveras más extrañas de nuestra vida. Ni siquiera la eclosión de fresas y nísperos otorga un respiro. Estamos alicaídos.
Eso, la infantería, porque en el estado mayor cunde además el desconcierto. Patética la reunión ayer de los dos políticos españoles con mando en plaza, es decir, con posibilidades de tomar el mando. El actual inquilino de la Moncloa con su habitual retórica circular, vacua, del ya escampará, y el otro, el líder de la oposición, con su desesperante indefinición de quien espera ver pasar el cadáver de su enemigo por la puerta de su casa.Fumando espero.
Y sigue lloviendo.