El rito anual de acudir al estreno de Woody Allen tiene poco de ritual. Y es que nunca sabes por dónde te va a salir el genio neoyorquino. ¿Cómo que no?, te arguirán los legos en avatares allenianos, siempre está con el mismo rollo, el amor, el sexo, la muerte... ¿Pero es que hay algo más? O dicho de otra manera, ¿hay otras cosas que realmente nos preocupen más? En cualquier caso son asuntos solucionables, la crisis, el paro, el calentamiento global, temas más o menos accesibles si se practican las políticas adecuadas, pero qué sabemos del otro o de nosotros mismos. Ni los más reputados filósofos ni escritores, ni por supuesto clérigos de cualquier calaña, ni otros nigromantes saben nada de lo que somos o adónde vamos.
Este es el numen de la filmografía de Woody quien en esta última entrega "Conocerás al hombre de tus sueños" se recrea en las falsas ilusiones que son la mayoría de las que tejemos los humanos para distraernos de los ineluctable, la decrepitud, la muerte. "La vejez no tiene nada de bueno, no se la aconsejo a nadie", nos dice Woody comentando la película, pero al mismo tiempo nos dice que se arrodillaría suplicante ante un asesino para que le dejara seguir viviendo ("estoy radicalmente en contra de la muerte").
En esta película nos habla de ilusiones truncadas, de subterfugios para encontrar una razón para vivir, ilusiones ("son mejores ilusiones que medicaciones") que se truncan... De hecho sólo parece triunfar la que más se aleja de la realidad, la que se apoya en creencias mágicas, los demás seres sucumben ante la cruda realidad.
No es una película alegre pero la sonrisa jamás te abandona en las casi dos horas que dura el film. Y éste es el gran e inmarchitable mérito de Woody, que sabe trocar su lúcida desesperanza en amable ironía. Sus criaturas están desvalidas, como nosotros.