domingo, enero 02, 2011

Pacientes especiales… Y digestiones pesadas

Publicado en "Diario Menorca" el viernes 31 diciembre 2010

A Juan Carlos y Tere, con inmenso alivio

22-XII-10
Tras cerca de cuarenta años de ejercicio profesional, el médico se ha encontrado con todo tipo de pacientes: colaboradores, entregados, entrañables, agradecidos, quisquillosos, susceptibles, desconfiados, sabihondos, de pensamiento mágico, simplemente expectantes… Y Manuel Luque Pascual, el maestro mercadalenc, pulcro y educado como un lord inglés, cauteloso como un gato doméstico, clarividente como un oráculo, afectuoso como un abuelo bonachón, cumplidor germánico de los tratamientos prescritos (cualidad que le salvó la vista hasta el final), irónico debelador de la sociedad de la gran xalada, resignado augur del cataclismo actual…
Hace unas semanas vino a verme por última vez. Me entristeció verle envuelto en un ostensible declive físico y en una incipiente veladura mental. Mejor para él y para su legión de admiradores que hiciera mutis por el foro antes de la gran opacidad. Siempre estará en mi recuerdo…Y en mis escritos: de hecho, varias de las observaciones del dietario, recogidas en el libro “Inventario de perplejidades”, llevan su sello.

23-XII-10
Animada discusión con mi hijo menor sobre la fracasada “Ley Sinde”. Él, generador de contenidos en internet, entiende que no se pueden poner puertas al campo, que no es factible establecer un mecanismo de control sin vulnerar la lógica de libertad, consustancial con la Red. Aunque reconoce que los creadores tienen derecho a algún tipo de compensación, no lo considera ilimitado y que deberían adaptarse a los nuevos tiempos con publicidad, etcétera.
Para mí, el derecho del creador a ser justamente remunerado por su labor es prioritario y anterior al de la pretendida libertad…de saquear contenidos. No sé cuál es la mejor forma de proteger la creación, ni siquiera si la Ley Sinde era adecuada, pero lo que sí sé es que se necesita una normativa que ponga límites a la creencia popular de que la cultura es un bien que debe ser gratuito. Y los celosos defensores de la propiedad privada no deberían poner palos en las ruedas.
24-XII-10
Aprovecho horas muertas propias de la fecha (entrañable, etcétera) para ver el programa de despedida de Gabilondo que grabé anoche, y que discurre hacia su extinción reflexivo como siempre, melancólico como nunca, coronado con elegante contención por un periodista que, siendo parcial como todo el mundo (nadie puede escapar de sus prejuicios),nunca fue sectario. ¿Estaremos condenados a la inexorable supremacía de la tele basura y el tribalismo histérico?

25-XII-10
Antes de subir a mi altillo de libros y vinilos (he vuelto al disco de los guateques) para pergeñar estas líneas, observo la mesa navideña, lista para el aquelarre, y su gozosa novedad, el trono de Inés, su servilletero, algún muñeco, la magia de su inminente presencia. Escudriño la calle, oteando la llegada del coche de mis hijos, la gozosa irrupción de la pequeña de ojos magnéticos, la presencia que compensa ausencias. Espero que llegue despejada de sus siestas y me premie con la sonrisa que es ya la mejor de las gratificaciones en una realidad áspera. Entono preventivamente Roseret…

26-XII-10
Repaso las galeradas de la novela que aparecerá en primavera. Entre calamidades varias y algún que otro episodio placentero, el personaje, un periodista deportivo temeroso de que el cielo se desplome sobre su cabeza, reflexiona, entre otras cosas, sobre aspectos del apasionante juego del fútbol. Cuando acabo, veo el formidable programa de Michael Robinson en Canal + sobre la madre de todos los mundiales. Y vuelve a asomarse por la comisura de mis párpados una furtiva lágrima cuando Iniesta conecta el remate definitivo…
Es lo que tiene ser un futbolero empedernido. Y acude el recuerdo de otras lagrimitas balompédicas: gordas como copos cuando saltó al campo de San Carlos el primer Sporting Mahonés tras la fusión, y más finas pero igualmente perceptibles cuando Koeman marcó en Londres para ganar la primera Copa de Europa del Barça. Y es que tampoco es tan extraño llorar por el fútbol, no en vano dijo Bill Shankly que no es un asunto de vida o muerte, sino algo mucho más serio.

27-XII-10
Teatro del bueno en Chez Gomila, una experiencia con futuro. Ni más ni menos que Jean Cocteau escenificado en una casa particular por el siempre solvente grupo de La Clota. La incomunicación humana, la vida como teatro de la mentira (“Yo soy un mentiroso que dice la verdad” afirma el dramaturgo francés), la mentira como herramienta de civilización… ¿Acaso no sería la vida sin ella un permanente campo de batalla?

28-XII-10
Abrumado por los eventos gastronómicos de estos días y sus efectos colaterales, me pongo en contacto con Mourinho, The especial Five, para que me explique su ya legendario método de digestión rápida del que alardeó tras un sonado banquete de goles. No sólo me adoctrina sino que posa conmigo para la posteridad, entre un concierto de regüeldos testimoniales. Feliç any a tothom.