Publicado "Diario Menorca" el martes 3 Julio
Mi infancia son recuerdos de un patio de mi casa en el que la radio desgranaba triunfos del Real Madrid y derrotas de la Selección Española… Así eran las cosas, con la única excepción del gol de Marcelino a la entonces pérfida URRSS (también los europeos circundantes eran pérfidos entonces), y de las ligas de Helenio Herrera al frente del Barça. De derrota en derrota hasta la nada final cuando la Selección era conocida como la de “la Furia Hispana”, cualidad que nunca vi por ningún lado, sino mas bien una resignación ovejuna a la implacable eliminación en cuartos.
Me acuerdo de esas casi olvidadas miserias cuando veo a Sergio Ramos dando pases de toreo con un capote en el césped de Kiev y/o la imagen en la red de Ballotelli, torso desnudo, perseguido por un toro bravo… Nada que ver con la realidad, porque de ninguna manera ha sido un triunfo de la “casta” o de la “furia” sino de una alta escuela futbolística basada en el toque y rápida circulación de balón, con jugadores bajitos e incluso enclenques pero dotados de una misma idea futbolística (no digamos cuál para no ofender) que ha sido y es la admiración del mundo.
El llamado tiqui taca que ha dado el triunfo a La Roja y que hasta hace poco aburría a los amantes de un fútbol más directo y racial (de nuevo el malentendido) es la quintaesencia del fútbol siempre que se acompañe de profundidad y su consecuencia, el gol, pero para que el círculo virtuoso se cierre necesita de la colaboración de un rival que quiera estirarse, jugar, justo lo que ayer intentó la desdichada Italia. Cuando el otro se encierra a cal y canto en su área, el tiqui taca se convierte en algo soporífero por su reiteración improductiva.
Afortunadamente para el fútbol y para la prima de riesgo depresiva de la afición española, Italia quiso jugar y salió trasquilada… pese a que España jugara sin “nueve” clásico, debate zanjado. Pienso que la idea de del Bosque es desgastar al rival con el toquiteo para abalanzarse sobre él cuando está mareado de tanto perseguir sombras. Sea como sea, bien por el técnico salmantino, templado y educado como los entrenadores que nos gustan. Enhorabuena a todos y viva la alegría del fútbol. ¡Qué lástima que no cotice en Bolsa!