1-XI-12
Tras los buñuelos matutinos-demasiado
indigestos para jugar al tenis a continuación-, visita a Fornells y beatífico
disfrute del clima otoñal, observando el fondo de un puerto encalmado,
iluminado por lanzas de sol que
atraviesan las nubes algodonosas. Enmarcado por el entrañable perfil de Monte
Toro, me enlaza con lo ancestral y me comunica con los seres queridos que ya no
están, fundamentalmente el padre que perdí demasiado joven y el amigo íntimo
que no llegó a la cincuentena. A ambos les cuento mis miserias pero también les
hago partícipes de mis risas…
Por la tarde, volvemos a la juventud
con Skyfall, la última entrega de
James Bond (no iba desde que se fue Sean Connery), que tiene mucho de renacimiento
de una serie mítica, un auténtico western
post moderno, con joyas imperecederas como “Desde Rusia con amor”. Sam Mendes,
el director, nos dibuja un Bond crepuscular, atormentado, freudiano, con su
complejo de Edipo compartido por el villano Javier Bardem, en una
interpretación magistral. Aunque al metraje le sobra media hora, la película es
soberbia.
2-XI-12
Tiempo desapacible, ideal para la
lectura. Así que termino, después de tres semanas de deliciosos esfuerzos, las
monumentales memorias de Joseph Anton,
el alias que utilizó Salman Rushdie, durante sus más de diez años de
clandestinidad a raíz de la fetua dictada por Jomeini, un clérigo enloquecido a
quien le pareció que su novela “Versos satánicos” era altamente ofensiva para
el Islam y, por tanto, su autor reo
de la pena de muerte.
El libro, escrito de forma novelada
en tercera persona, relata con pelos y señales el cautiverio del escritor-quizá
con excesiva minuciosidad, su único pero-, y es un canto a la libertad creativa
del arte en unos tiempos en que las ofensas
están a la orden del día, amparadas en un relativismo cultural mal entendido (
es conveniente relativizar creencias no verificables, sean de tipo religioso o
patriótico), que propugna la impostura de que todas las peculiaridades culturales (incluida la ablación de clítoris)
son respetables y por tanto exentas de toda crítica.
Rushdie, a través de un relato en el
que abundan las referencias a la creación literaria (siguió escribiendo
magníficas novelas durante su clandestinidad) y a sus relaciones con conocidos
literatos-enfrentándose a alguno de ellos como
John Le Carré-, nos cuenta su lucha por no caer en el olvido y por
romper esa fatal equidistancia entre víctimas
y verdugos que pretenden imponer los cobardes y /o olvidadizos. Una obra
imprescindible para introducirse en el sinsentido del terrorismo y en la mente
de un creador de primera magnitud (apunte para el verano: releer “Hijos de la
medianoche”).
3-XI-12
En Aló de tertulia con las amas de casa. Hablamos de la crisis, de
Obama y del peligro del tea party, de
Gallardón, el aborto y las malformaciones fetales, de la pasión de catalanes,
de la superficialidad de la cultura de internet, del peligro del pensamiento
positivo convertido en religión del siglo XXI, de la contrapuesta necesidad de
un pensamiento no mágico sino analítico, sin prejuicios y sin sectarismos… Mi
terror a pasarme de rollo se va
disipando a medida que ellas se entusiasman y participan sin tabúes ni
complejos. Nos lo pasamos en grande.
5-XI-12
Por fin toman la palabra los
intelectuales (por cierto: ¿dónde estaban cuando el boicot a los productos
catalanes y demás barrabasadas?). Su carta en El País sobre el problema
catalán es razonable y oportuna. Tras abominar de la permanente confusión
nacionalista, abogan por una solución inclusiva, un federalismo (¿asimétrico?),
pero respetarían democráticamente una demanda catalana a favor de la
independencia…
Otros intelectuales se muestran en El Mundo algo menos amables con los
catalanes (como el propio periódico del inefable Pedro José, siempre al acecho
de los excesos catalanistas), y
defienden una nación española única e innegociable…
Lo desconcertante es que los hay que
firman ambos manifiestos. Como si fuera compatible respetar al mismo tiempo la
voluntad de los catalanes (con la posibilidad democrática de que pidan irse) y
la unidad inamovible (¿sagrada?) de la patria común. Tiempos confusos estos,
incluso para los llamados intelectuales…
6-XI-12
El TC avala el matrimonio homosexual.
Los recurrentes dicen ahora que sólo
estaban en contra del nombre de la cosa, no de la cosa en sí. Ellos sabrán.
7-XI-12
Discutía habitualmente con un viejo
amigo, ya desaparecido, sobre la importancia de las elecciones norteamericanas
para el resto del mundo. “Bah, da lo mismo cocacola
que pepsicola”, me solía
responder él con displicencia de izquierdista resabiado. Pero esta vez es menos “lo mismo” que nunca;
en plena crisis global está en juego el modelo de sociedad para las próximas
décadas: o el triunfo definitivo del imperio del mercado libérrimo, la
agresividad en política exterior, el Estado mínimo, el negacionismo sobre el
cambio climático, el sálvese quien pueda y su corolario de desigualdad
creciente, o por otra parte, el último intento democrático de regular las
filigranas financieras, modular las condiciones de salida y las reglas del
juego a través de un Estado, no paternalista, pero sí participativo, el respeto
a la naturaleza, el multilateralismo en política exterior…
Me voy inquieto a la cama. Pocas
horas después, la radio matutina despeja nubarrones: Obama ha ganado. Algo es
algo.