sábado, septiembre 20, 2008

Relativismo

Es evidente que la gestión estatal de los recursos económicos ( y por ende, humanos y morales) ha sido el gran fiasco del siglo XX: la caída del muro de Berlín lo dejó tan claro que no hace falta perder palabras en reafirmarlo. El batacazo ideológico fue tan traumático que fue calando, cual lluvia fina, la teoría y, sobre todo la praxis, de que sólo el mercado libérrimo podía aportar prosperidad (¿felicidad?) a los humanos.
Pero hete aquí que cuando parecía que el turboconsumismo parecía praxis victoriosa e indiscutible con sus nuevas deidades de las desregulaciones, la competitividad y su lema teológico del "laissez faire", que Él ya proveerá ( la mano invisible o quien quiera que sea), surge el cataclismo financiero por lo que parecía un asunto menor, las llamadas "hipotecas basura", o lo que es lo mismo, la codicia sin freno.
Y ahí viene la paradoja del sistema más ideológicamente "liberal" del planeta, el Estado más rico y poderoso, acudiendo al rescate de bancos y entidades financieras, o sea, dinero público para tapar las brechas ocasionadas por aventuras privadas delirantes.
Y tras la paradoja, la moraleja: por mucho que se abomine del "falaz relativismo que nos oprime", ¿ no es hora de dejarse de fundamentalismos de uno u otro signo y admitir que si bien el Mercado es insustituible como método más racional de asignación de recursos, debe de estar regulado por leyes democráticas emanadas de los Estados? Otrosí: El Estado somos todos.