Mes de junio, mar en calma, temperatura agradable con ligera brisa del noreste. The Golden Farm, la gran casona de los Delás en la ribera norte del puerto del Mahón, ¿cómo resistirse al tópico del "marco incomparable"? Sólamente hay que añadirle el factor humano, ¿buena compañía? Espléndida, amigos y conocidos de siempre con algún pespunte foráneo y un invitado de postín: ni más ni menos que el Nobel Mario Vargas Llosa que visitaba por vez primera Menorca.
En una fiesta lo más normal era quedarse con las ganas de saludar al escritor o tener que conformarse con un saludo protocolario y más o menos distante. pero hubo suerte porque el bloguero tuvo sus cinco minutos de gloria al lado de Mario, que en un momento determinado se quedó sin marcaje y así nos quedamos los tres (Patricia, la tía Julia también estaba allí departiendo como amigos de toda la vida. Hablamos de amigos comunes escritores, de la opuesta idiosincrasia de mahoneses y ciudadelanos, del diario El País y del arriesgado hallazgo de un libro suyo en La Habana ("Los cuadernos de don Rigoberto"), y cuando iba a hablarle del Ateneo de Mahón, de lo mucho que le gustaría conocerlo, fuimos llamados a la mesa. Se rompió el hechizo, pero queda el recuerdo indeleble de una noche mágica en The Golden Farm.
Pero habrá otra ocasión, reconoció que Menorca lo había seducido. Y él es curioso. Volverá. Salud, Mario.