29-III-13
Viernes santo, recuerdos en cascada
de tiempos piadosos, murmullos, risas ahogadas, películas de romanos y/o
leprosos, oficios de tinieblas, visitas familiares a monumentos, dietas de bacalao y, el momento estelar, cuando me
vestía de cofrade de La Sang y me
dirigía, anhelante, a la iglesia de San José. A los quince o dieciséis años me
despedí a la francesa, dejé de acudir a la cita. No quería seguir yendo
simplemente por costumbre, por ver a los amigos, por pasarlo bien repartiendo
caramelos a las chicas. Por respeto y porque quería ser coherente con otra
forma de pensar y sentir. Y así se acabó. El uniforme, ¿hábito?, debe de estar
en algún armario, testigo mudo de otros tiempos.
Este viernes de 2013 contemplo la
espectral procesión desde la balconada de Ses
Forquilles, donde por lo menos cumplo
el rito del bacalao a sa llauna. El efecto magdalena me trae
a la memoria el misterioso cuarto oscuro en el que mi padre llevaba a
cabo los sortilegios oculares que encandilaban al niño-cofrade. Y es que la
lobreguez ambiental es tan grotesca que uno parece metido en el túnel del
tiempo, cuando el rezo no era sólo conveniente sino obligatorio. ¡La calle es
mía dijo uno de ellos! Pues parece que
vuelve a ser así…
1-IV-13
Tras la jocosa lectura de Es Diari en la que me trago un buen rato el reportaje de la “taula
atornillada”, una de las bromas más sutiles y bien urdidas de los últimos años
en Es día d’enganar (habría que hacer un recull de ellas), vamos de excursión
a Ciutadella con un íntimo amigo
catalán. Nos conocemos desde los tiempos universitarios en Zaragoza y, fuera de
los asuntos de colegas, disentimos en casi todo. Y es que mi amigo habla siempre castellano, es del Real Madrid,
le gustan los toros, y no admite ni que
se hable del “derecho a decidir”. Se queja de que se siente un apestado
viviendo en Barcelona.
-Es que tú eres un españolazo con dos c. y estás en un país
de relativistas que no saben lo que quieren ser de mayores.
-Tú ríete, pero no me gustaría tener
que irme del que siempre ha sido mi
país.
-Pero hombre, sólo se trata de saber
de una vez lo que quieren, pero pase lo
que pase, nadie va a impedir que luzcas tu toro de Osborne ni que comas paella,
el folklore vende mucho en Las Ramblas; además tienes un importante punto a tu favor:
eres anti Mourinho, o sea un madridista light, y
eso pesará a la hora de revisar tu nueva ciudadanía. Yo mismo testificaría
a tu favor…
5-IV-13
Siguen los debates clásicos. Después de papas, camarlengos
y purpurados, ahora va de infantas, ayudantes de campo, y coronas. La prensa
del carajillo party le salta hoy al
cuello al juez Castro y, como de costumbre da vía libre a la desmesura: que si
conspiración antimonárquica, que si campaña de demolición de las instituciones, y demás hipérboles tan
del gusto de una parroquia en permanente estado de excitación. ¿No sería más
razonable tratar simplemente de depurar las responsabilidades de un ex jugador de balonmano del Barça (snif) que presuntamente ha choriceado
dinero público y dilucidar si su esposa
tuvo algo que ver en ello? Sin más
alharacas. Mientras tanto, revisemos con calma el estatus de la Casa Real y tratemos de convencer al Rey, ya con
demasiados achaques físicos y morales, de que abdique en su hijo. Para empezar.
8-III-17
En la desapacible mañana dominguera me llama
Tomeu Gili para darme cuenta del fallecimiento de nuestro común amigo Tirso
Pons y me quedo paralizado. ¿Qué puede decir uno cuando se va un ser querido
que es además un referente de nuestra vida social y política de los últimos treinta y pico años? Listo y astuto como un gato (panzudo,
ronroneante, mimoso), parecía relamerse las uñas permanentemente, de puro gusto
de vivir, siempre sabía lo que decía, argumentaba con fundamento y sonreía con
afable naturalidad mientras desmontaba tesis ajenas con un humor socarronamente casolà. Tampoco en el club de tenis Trepucó van a ser lo
mismo los domingos…
9-IV-13
Addenda a mi
artículo “La feria de las etiquetas” (El
País, 1-IV-13. Es Diari 3-IV-13) sobre la figura de
Margaret Thachter:
Si digo que ayudó a acabar con la
pesadilla del comunismo, que cortó saludablemente las alas a unos sindicatos
demasiado poderosos y que infligió una cura de adelgazamiento a un estado de
bienestar adiposo puedo ser etiquetado
de peligroso neocon. Si, por otro
lado, también afirmo que creó las bases de un capitalismo nada compasivo que
mira para otro lado cuando el sistema financiero perpetra sus tropelías, que
cercenó todo sentido solidario (“No hay sociedad sino individuos”, proclamaba
ufana) y que por tanto tiene una parte importante de culpa de lo que hoy está
pasando, paso a ser un izquierdista resabiado.
Envidia cochina les tengo a los
convencidos de una u otra visión. Ser un relativista equidistante, carente de convicciones, va a terminar llevándome
al diván…