VIERNES, 9
Sigo por la prensa digital la
operación de búsqueda y captura de los terroristas de París. Ni por un momento
he imaginado que los cogerían vivos, su martirologio estaba cantado sabiendo
como se sabe que allá arriba les espera
un harén de vírgenes. A las seis de la tarde se confirma el previsible
desenlace y me invade una tristeza infinita
por esos inocentes ciudadanos, periodistas, policías y rehenes que
pagaron con su vida el atrevimiento de postular un modo de vida (libre y
tolerante) al que no podemos renunciar so pena de precipitarnos con armas y
bagajes en una nueva Edad Media…
SÁBADO, 10
Esplendoroso día de enero que invita
a la vida social y a la consabida visita al puerto. La vieja pescadería
reconvertida en lugar de moda para el chiquiteo
y la tertulia desenfadada compite hoy con las canciones de Labordeta y Raimon
en la Plaza Colón en protesta por la
llamada ley mordaza. Algún nostálgico
puño en alto y mucha animación, y es que Mahón, por lo menos su corazón, late
acompasadamente después de haber presentado un prolongado rigor mortis… Y nada para
coronar el día como un paseo y unos raviolis
en el fastuoso decorado de una plana de Cala Figuera desatada en belleza. Los
practicantes del sillón ball se lo pierden.
DOMINGO, 11
Mi radar digital capta opiniones en
contra de la provocación de las
caricaturas de Mahoma, “su falta de respeto a los sentimientos religiosos”,” su
innecesariedad”, ese terrible “algo
habrá hecho” que se escuchaba en la dictadura cuando detenían a alguien y que
ahora podría ser un “si no hubiese dibujado esas caricaturas”, lo que lleva a
la pregunta clave: ¿Reivindicar el derecho a la blasfemia, o predicar la censura
periodística?, o lo que es lo mismo, ¿estamos por una irrestricta libertad de
expresión o hay que evitar la ofensa?…
Por lo que respecta a las creencias
religiosas, los tribunales franceses sentenciaron en su día que el único límite
a la libertad de expresión es la directa incitación a la violencia, por mucho
que diferentes colectivos puedan sentirse lesionados por la crítica (o burla) a
su credo. Solo las personas tendrían honor y derecho a defenderlo en los
tribunales, no los dioses, símbolos o mitos del cariz que sean. ¿Conforme o no,
tal y como pregunta Es Diari en sus
encuestas digitales? No estoy nada seguro de cuál sería el cómputo de la respuesta.
Todo ello y salvando las enormes
distancias, me trae a la memoria mis propios rifirrafes de antaño con la
jerarquía eclesiástica por algunas
bromitas de poco fuste en Es Diari sobre
la programación televisiva de Semana Santa, que provocaban urgentes
conciliábulos de sotanas y llamadas al orden por pretendidas ofensas. La cuestión sigue en pie,
peligrosamente más enhiesta que nunca. Y la respuesta del dietarista siempre
será a favor de la libertad de expresión, con el único dique de la propia
autorregulación de los medios y la última instancia de la Justicia, aunque como
periodista me hubiera opuesto democráticamente a publicar algunos chistes
de de Charlie Hebdo y de nuestro El
Jueves pero no por su ofensa a acendrados
sentimientos sino por su mal gusto.
MARTES, 13
Parece que en diferentes colegios de
Francia ha habido dificultades para que se respetara el minuto de silencio
decretado en homenaje a las víctimas de los atentados de París, lo cual no deja
de ser preocupante cara al futuro. Por eso me resultan incomprensibles las
apelaciones a eliminar a los poderes
públicos de la educación para que padres y profesores decidan libérrimamente
según sus preferencias, o dicho de otra manera, según sus prejuicios, manías o
delirios…
Si algún atisbo de solución hay a medio y
largo plaza no es otro que el consenso
(que se tiene que buscar incansablemente) en una educación pública de calidad
que favorezca la igualdad de oportunidades y la formación en valores
compartibles, que los hay, así como la convivencia entre diferentes grupos sociales,
étnicos y religiosos para que algún día lleguen a verse como iguales y a
comportarse como tales. Aunque de poco va a servir si en casa viven otra experiencia.
MIÉRCOLES, 14
Con una buena educación de base, por ejemplo,
Cristiano Ronaldo no hubiera aullado
como un orangután en la gala del Balón
de Oro.
Y otra de encuestas: en la que hoy
aparece en Es Diari se pregunta si
“le parece insultante” que suene el himno nacional en la diada de Sant Antoni, cuando más interesante hubiera sido preguntar
si “le parece pertinente”… Mi rotundo
“No” a ambas preguntas.