La noticia de la dimisión-retirada de Josu Jon Imaz al frente del nacionalismo vasco es un torpedo en la línea de flotación del pensamiento débil de quienes aún confiaban en un encaje no chirriante de Euskadi en España ("seducir a España", decía Imaz). Ya estamos de nuevo entre maximalismos, el del PNV soberanista que recogería las almendras tras las sacudidas del árbol por parte de ETA y el del españolismo rampante que no entiende otra tesis que la de la equiparación de Cataluña y Euskadi a autonomías como Extremadura o Castilla-León, dicho sea con todos mis respetos para estas regiones.
Es el continuo tejer-destejer de España que viene desde la pérdida de Cuba y para el que no se avistan soluciones a medio plazo. Es un fastidio no ser como Francia y los franceses que no se cuestionan la francesidad, pero las cosas son como son y no como nos gustaría que fuesen.