Lo más inquietante de las últimas algaradas juveniles no es la violencia expresada sino su absoluta falta de motivación, la indiferencia metafísica de sus protagonistas, lo que viene en llamarse "nihilismo". Pero lejos de las jeremiadas al uso, dos aspectos resaltan como polvos iniciales de los actuales lodos: la pérdida radical del respeto a la autoridad de padres y profesores gestada a partir del mayo del 68 que si tuvo aspectos positivos-la liberación sexual y/o social de la mujer, preferentemente-, los tuvo también enormemente perniciosos, como el que comentamos.
El otro aspecto es la entronización del alcohol como droga "bien vista", incluso como "necesaria" para desenvolverse socialmente. ¿Qué van a hacer los chicos si ven continuamente a sus padres con el guisqui a mano como si fuera una prolongación de su mano? De la misma manera que si la única "literatura" que ven en casa es el Marca lo más probable es que se hagan adictos al Sport por aquello de la "rebeldía", querrán imitar el desparpajo sobrevenido de sus mayores cuando llevan un par de copas.
Pérdida de respeto (¿sano temor?) a padres y profesores significa a la larga indiferencia hacia las instituciones; satisfacción aquí y ahora de todos los caprichos lleva a la pérdida del saludable sentido del aplazamiento, básica diferencia entre el cerebro ejecutivo del hombre y de los animales; alcohol "a tope" significa desaparición de las inhibiciones que hacen posible la vida en sociedad. En fin