Ya lo decía Orwell en "Rebelión en la granja": "Todos los animales son iguales pero los hay más iguales que otros". O algo parecido, que me he venido a la memoria para satisfacer la curiosidad de algún comunicante por la opinión del bloguero acerca de la situación en Afganistán, o más bien de lo que pienso de la postura española y sus antecedentes...
Bueno, pues eso: todas las guerras son guerras pero las hay más guerreras que otras. Y me explico. La guerra de Iraq fue una guerra ex novo, es decir, provocada unilateralmente por la necesidad del presidente americano de entonces de dar salida a la ideología neocon del escarmiento además de otros inconfesables intereses económicos. Si George Bush escogió Iraq no fue porque quisiera eliminar a un malo sino porque era más fácil invadirlo y sojuzgarlo que a Irán o Corea, otros integrantes de su particular "eje del mal". La adhesión palanganera de Blair, Aznar y, no lo olvidemos, de Durao Barroso fue una ominosa vergüenza para Europa, además de un innecesario factor de división. Nada, más allá de lo dicho, justificaba aquella catastrófica invasión cuyas consecuencias seguiremos pagando durante décadas.
Sinceramente pienso que Afganistán es otra historia. Todos estábamos con EEUU tras el 11-S y hubiéramos entendido y apoyado una acción decidida contra talibanes y terroristas de Al Quaeda refugiados en las montañas de Afganistán. Pero, ante las dificultades operativas y, repito, la necesidad de dar un golpe de autoridad sobre el tablero internacional se prefirió acometer la locura de Iraq, dejando Afganistán a medias.Luego se solicitó ayuda internacional para intentar equilibrar al país, y en esas estamos. Creo que son dos casos totalmente diferentes. Y en este sentido, las responsabilidades de Aznar y Zapatero, totalmente distintas.