Publicado en "Diario Menorca" el miércoles 23 junio
Lo acaban de proclamar las instituciones europeas, el Fondo Monetario Internacional y el propio Obama: No os deprimáis, españolitos, estáis haciendo los deberes y con cuatro recortes más os ponéis al día. Pero no es de políticas económicas que quería hablar, entre otras cosas porque el ullastre no me lo permite, sino del papel de España (el equipo estatal según algunos pirados) en el Mundial sudafricano, que al inveterado lanzador de córners le parece notable y esperanzador. Veamos por qué.
El equipo español es de los pocos, quizá el único que sabe a lo que juega. Defiende un estilo, que es el del Barça, un Barçaña sin Leo Messi (pequeño detalle), que toca y toca, abre caminos hacia el gol, genera ocasiones, menos ante Suiza pero que debieron ser suficientes para ganar de haber tenido el mínimo de suerte que todo juego basado en las piruetas de un esférico saltarín necesita, y muchas más ante la débil Honduras que debió irse con un saco de goles. Ahí está el detalle básico para el optimismo: no me preocupan las ocasiones fallidas mientras se propicien, otro día entrarán, sobre todo si el exquisito Fernando Torres recupera, como espero, a base de minutos (viene de una operación en la rodilla) su acreditado olfato goleador para complementar el poder demoledor de David Villa.
También Xavi tiene que mejorar y si no, ahí está Cesc para darle el relevo y no digamos si el sutil Iniesta se pone a tono manteniendo a raya las lesiones que le están martirizando. Y si Casillas sigue distraído con la prensa (no me extraña), tenemos a Valdés y Reina (por este orden). Los que no se distraen ni a la de tres son el señorial Piqué y el espléndido Busquets, un portento táctico en la crucial posición de pivote. Queda la duda de Navas a quien veo verde, mientras Xabi Alonso, que parece mucho más jugador que en el Madrid, aporta la variante del pase largo, utilísimo a la hora de desatascar el tiqui taca.
Por lo demás, poco destacable, ningún jugador, salvo Leo Messi, logra llamar la atención en un Mundial torturado por las vuvuzelas de los c. y los comentarios arrogantemente patrioteros de nuestros inefables comentaristas, circunstancias que me obligan a ver los partidos sin sonido. En fin, lo dicho, España va bien, es decir, juega bien, aunque esto no es ninguna garantía de éxito, no en vano alguien dijo con lucidez que el fútbol es un estado de ánimo. Y el nuestro es francamente inestable.
Lo acaban de proclamar las instituciones europeas, el Fondo Monetario Internacional y el propio Obama: No os deprimáis, españolitos, estáis haciendo los deberes y con cuatro recortes más os ponéis al día. Pero no es de políticas económicas que quería hablar, entre otras cosas porque el ullastre no me lo permite, sino del papel de España (el equipo estatal según algunos pirados) en el Mundial sudafricano, que al inveterado lanzador de córners le parece notable y esperanzador. Veamos por qué.
El equipo español es de los pocos, quizá el único que sabe a lo que juega. Defiende un estilo, que es el del Barça, un Barçaña sin Leo Messi (pequeño detalle), que toca y toca, abre caminos hacia el gol, genera ocasiones, menos ante Suiza pero que debieron ser suficientes para ganar de haber tenido el mínimo de suerte que todo juego basado en las piruetas de un esférico saltarín necesita, y muchas más ante la débil Honduras que debió irse con un saco de goles. Ahí está el detalle básico para el optimismo: no me preocupan las ocasiones fallidas mientras se propicien, otro día entrarán, sobre todo si el exquisito Fernando Torres recupera, como espero, a base de minutos (viene de una operación en la rodilla) su acreditado olfato goleador para complementar el poder demoledor de David Villa.
También Xavi tiene que mejorar y si no, ahí está Cesc para darle el relevo y no digamos si el sutil Iniesta se pone a tono manteniendo a raya las lesiones que le están martirizando. Y si Casillas sigue distraído con la prensa (no me extraña), tenemos a Valdés y Reina (por este orden). Los que no se distraen ni a la de tres son el señorial Piqué y el espléndido Busquets, un portento táctico en la crucial posición de pivote. Queda la duda de Navas a quien veo verde, mientras Xabi Alonso, que parece mucho más jugador que en el Madrid, aporta la variante del pase largo, utilísimo a la hora de desatascar el tiqui taca.
Por lo demás, poco destacable, ningún jugador, salvo Leo Messi, logra llamar la atención en un Mundial torturado por las vuvuzelas de los c. y los comentarios arrogantemente patrioteros de nuestros inefables comentaristas, circunstancias que me obligan a ver los partidos sin sonido. En fin, lo dicho, España va bien, es decir, juega bien, aunque esto no es ninguna garantía de éxito, no en vano alguien dijo con lucidez que el fútbol es un estado de ánimo. Y el nuestro es francamente inestable.