sábado, julio 24, 2010

El fair play, ¿un fósil?

Publicado en "Diario Menorca" el miercoles 21 de Julio


Confieso que mientras veía como Alberto Contador escapaba con toda celeridad de un Andy Schleck lancé un respingo que pretendía espolear al ciclista español en su asalto al liderato del Tour. Luego, casi enseguida, sobrevino el arrepentimiento: lo que había ocurrido no estaba bien. Aprovecharse de una caída o de una avería del rival, como en este caso, para poner tierra de por medio es, cuando menos poco elegante. Mientras me encaminaba al trabajo pensaba en lo bello y pedagógico que hubiera sido ver a Contador apearse de la bicicleta y auxiliar a su rival, que no enemigo.
También cuando mi equipo gana, sea el Barça o más recientemente, La Roja, exploto y salto como el que más y alguna vez hasta escenifico un corte de mangas a quienes yo me sé, pero al cabo de poco rato, observo si alguien se acuerda del caído y he de decir que por primera vez en muchos años lo he visto, o me ha parecido verlo en el fragor de la euforia, en el último Mundial y han sido jugadores españoles los que han acudido a consolar a algún compungido jugador rival, lo cual me ha llenado de orgullo.
Recuerdo cuando actitudes así no eran tan raras. Incluso tengo recogida en mi memoria de futbolero pata negra alguna épica renuncia a marcar gol a puerta vacía al darse cuenta el jugador al borde la gloria (¿Zaballa?) de la lesión del portero en su intento de evitar la suerte (la desdicha) suprema de todo arquero. También recuerdo con emoción el detalle de Roby Fowler, jugador entonces del Liverpool, al insistirle al árbitro, quien acababa de señalar penalti a su favor, que se había caído solo, sin intervención alguna de defensor alguno. Al no rectificar el trencilla (misión imposible, como se ha visto en el Mundial), Fowler lanzó intencionadamente fuera el penalty. Claro que sucedió en Inglaterra…
Hoy día nadie parece reclamar estas actitudes. Lo único que importa es ganar “¡Naturalmente en una sociedad competitiva!”, nos dirán Y si el rival tiene una desgracia, mañana me puede tocar a mí, que se j. Bueno, así es en la vida virtual del espectáculo deportivo…Y así nos va en la vida real.