Me temo que, a pesar de Saramago, los portugueses no están por la labor de conformar con los españoles una hipotetica Iberia unida. ¿Cómo va ser así si ni siquiera los leoneses quieren ser castellanos ni los fornellers mercadalencs? Y que esto de las identidades se pone cada día más caliente, sobre todo cuando llegan los idus de agosto. Mi blog, sin ir más lejos, está que echa humo con eso de las banderas...
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Y sin embargo: ¿qué identidad puede tener quien pese a considerarse a sí mismo mahonés pata negra (con hache en su versión castellana y sin ella en la catalana) y de su querencia simbolista (¿qué tiene el árbol de Guernika que no tenga el viejo ullastre de Son Vilar?), se topa con una fisiología hostil?... Y es que no creo que pueda cumplir el sueño de ser nombrado algún día Caballero de la Menorquinidad aquel a quien el gin le repite, no es capaz de acercarse a menos de cinco metros de un caballo, las abarcas le producen tendinitis, jamás ha dado la vuelta a la isla en un llaút y toma las de Villadiego cuando llegan las muy identitarias fiestas de su pueblo. Caso perdido.
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Tampoco tiene mucho porvenir como lletraferit menorquín quien escribe en castellano por imperativo biográfico-educacional, porque jamás le enviarán a la feria del libro de Frankfurt ni a la de Fornells. Ni siquiera ayuda ser del Barça, porque el president Antich, el corresponsal de El País en Baleares Andreu Manresa, el director de Es Diari Bosco Marqués, y el incombustible concejal Bep Portella son del Real Madrid, mientras Santiago Llompart, de la Llibrería Catalana, es de un club que se llama “Español”, siendo todos ellos catalanistas avant la lettre. ¿Identidades? What is this?
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Más sobre identidades. ¿Cuál debe ser la nuestra en materia turística, descartada la balearización? Lo decía el otro día Diego Petrus en un artículo, Menorca es un monumento arqueológico al aire libre, hagamos de él un circuito cultural permanente, añadámos el cicloturismo por el Camí de Cavalls, senderos litorales al estilo del de Santo Tomás, potenciemos el agroturismo, un Teatro Principal especializado en ópera mozartiana con temporadas estables como nos aconseja Ainhoa Arteta, atraigamos la deslocalización de empresas como preconiza mi amigo Carlos Sebastián, acondicionando primero las infraestructuras informáticas, convirtamos S’Illa del Rey y el Lazareto en focos internacionales permanentes de convenciones y congresos...
“Menorca, reserva espiritual del Mediterráneo”, no suena mal, pero ¿se comerá de esto?, ¿le podríamos añadir un par de campos de golf y algún puertecito deportivo ?
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Vent maleit es una serie nacida para Internet. En ella, una viajera china sufre las iras de un viento rabioso y pierde unos objetos en una isla semideshabitada, que empieza a buscar con tanto denuedo como asombro a través de un lenguaje simbolista y de gran belleza plástica, aunque lo mejor es el casting: aparece hasta un mahonés pata negra y calvo oficiando, encorbatado y con guantes blancos, de chófer de la deliciosa Chi.
Se presentó el miércoles el primer capítulo en el bar Nou, seguirán tres más el mismo día a la misma hora, y puede verse ya a través de la página internáutica de la productora menorquina Un lloc un món y en Youtube. Que el Gran Relojero coja al calvo con la hora en punto.
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Ibiza es la disbauxa vital hecha marca turística, y Menorca avanza al galope como reserva universal del despelote playero indiscriminado, en la que tratar de recrearte con el paisaje o con un libro, a través de un tupido bosque de lianas bamboleantes y cordilleras de Venus, es tarea que requiere gran destreza y poder de concentración. En fin.
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Y sin embargo: ¿qué identidad puede tener quien pese a considerarse a sí mismo mahonés pata negra (con hache en su versión castellana y sin ella en la catalana) y de su querencia simbolista (¿qué tiene el árbol de Guernika que no tenga el viejo ullastre de Son Vilar?), se topa con una fisiología hostil?... Y es que no creo que pueda cumplir el sueño de ser nombrado algún día Caballero de la Menorquinidad aquel a quien el gin le repite, no es capaz de acercarse a menos de cinco metros de un caballo, las abarcas le producen tendinitis, jamás ha dado la vuelta a la isla en un llaút y toma las de Villadiego cuando llegan las muy identitarias fiestas de su pueblo. Caso perdido.
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Tampoco tiene mucho porvenir como lletraferit menorquín quien escribe en castellano por imperativo biográfico-educacional, porque jamás le enviarán a la feria del libro de Frankfurt ni a la de Fornells. Ni siquiera ayuda ser del Barça, porque el president Antich, el corresponsal de El País en Baleares Andreu Manresa, el director de Es Diari Bosco Marqués, y el incombustible concejal Bep Portella son del Real Madrid, mientras Santiago Llompart, de la Llibrería Catalana, es de un club que se llama “Español”, siendo todos ellos catalanistas avant la lettre. ¿Identidades? What is this?
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Más sobre identidades. ¿Cuál debe ser la nuestra en materia turística, descartada la balearización? Lo decía el otro día Diego Petrus en un artículo, Menorca es un monumento arqueológico al aire libre, hagamos de él un circuito cultural permanente, añadámos el cicloturismo por el Camí de Cavalls, senderos litorales al estilo del de Santo Tomás, potenciemos el agroturismo, un Teatro Principal especializado en ópera mozartiana con temporadas estables como nos aconseja Ainhoa Arteta, atraigamos la deslocalización de empresas como preconiza mi amigo Carlos Sebastián, acondicionando primero las infraestructuras informáticas, convirtamos S’Illa del Rey y el Lazareto en focos internacionales permanentes de convenciones y congresos...
“Menorca, reserva espiritual del Mediterráneo”, no suena mal, pero ¿se comerá de esto?, ¿le podríamos añadir un par de campos de golf y algún puertecito deportivo ?
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Vent maleit es una serie nacida para Internet. En ella, una viajera china sufre las iras de un viento rabioso y pierde unos objetos en una isla semideshabitada, que empieza a buscar con tanto denuedo como asombro a través de un lenguaje simbolista y de gran belleza plástica, aunque lo mejor es el casting: aparece hasta un mahonés pata negra y calvo oficiando, encorbatado y con guantes blancos, de chófer de la deliciosa Chi.
Se presentó el miércoles el primer capítulo en el bar Nou, seguirán tres más el mismo día a la misma hora, y puede verse ya a través de la página internáutica de la productora menorquina Un lloc un món y en Youtube. Que el Gran Relojero coja al calvo con la hora en punto.
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Ibiza es la disbauxa vital hecha marca turística, y Menorca avanza al galope como reserva universal del despelote playero indiscriminado, en la que tratar de recrearte con el paisaje o con un libro, a través de un tupido bosque de lianas bamboleantes y cordilleras de Venus, es tarea que requiere gran destreza y poder de concentración. En fin.
