Al despertar he escuchado algunos inquietantes truenos: ¿Cómo pasar un domingo en casa sin fútbol?, me he preguntado, en pleno proceso de deshabituación a la incesante euforia blaugrana de esta temporada. Luego, en el desayuno, una hemosa carta en el periódico local en la que se hace un sentido elogio a unas reflexiones mías vertidas en una conferencia impartida el pasado viernes en el Ateneo de Mahón me ha provocado un "subidón de ego" como se diría en la jerga actual. Sólo al final, al expeler la última voluta de humo de mi cigarrillo matutino ( el mejor laxante de la farmacopea) me he acordado de que era día de elecciones...
Pausa. Servilleta. Cepillo de dientes. Ducha. Desodorante. Necesito desprenderme de los miasmas de la campaña: Inanidad intelectual del "zapaterismo" encarnado en sus musas Leire Pajín y Bibiana Aído. Insufrible casposidad de Mayor Oreja. Piñón fijo en partidos minoritarios, viejos y nuevos. Ausencia de ideas más allá del "Y tú más". Europa, ausente en el debate. No tengo dudas: iré a votar porque creo en Europa, y creo profundamente. Pero introduciré un sobre vacío. Que les zurzan.