Se ve que una parte significativa de españoles no saben vivir sin teorías conspirativas, sin achacar conflictos habituales a sombrías tramas urdidas por las más variopintas personalidades e instituciones. Fenecida ahora la inquietante tesis ( que ponía en cuestión todas y cada una de las instituciones democráticas del Estado) de que el 11-M lo organizaron fuerzas policiales españolas y marroquíes en connivencia con jueces y la cúpula del entonces principal partido de la oposición, ahora, sin solución de continuidad surge otra teoría de lo más ingeniosa: nada menos que el encarcelamiento de tonadilleras folklóricas, presuntas delincuentes fiscales, como parte de una sucia trama gubernamental que, cual tinta de calamar, intentaría camuflar sus incesantes desmanes.
Y eso no lo sueltan panfleteros de tres al cuarto sino dirigentes del Partido Popular sin ruborizarse. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar con tal de recuperar el poder? ¿se apartará alguna vez de nosotros el cáliz de semejante filibusterismo?