Recontando votos y escuchando encuestas a pie de calle madrileña, no cabe duda de que la barrida conservadora en aquella comunidad tiene mucho de rebrote del nacionalismo español, el gigante hasta ahora dormido y que, azuzado por la deriva nacionalista periférica, se despereza peligrosamente.
De forma simétrica, en Navarra crece el voto vasquista empujado probablemente por los excesos conservadores de los últimos meses en los que han menudeado las histéricas manifestaciones en favor de la "intrínseca" españolidad de Navarra.
Y es que los nacionalismos se retroalimentan: lo tenemos crudo los descreídos en dioses y patrias.