Como cada mañana repaso los periódicos de todo el espectro ideológico, y los más escorados a la derecha inciden hoy en los ecos de la"magna misa de campaña en favor de la familia tradicional" celebrada ayer en Madrid. Me parece muy bien. Como escribe hoy mi amigo y compañero de blog Josep María Quintana, aunque el estado debe ser neutral (laico) y la religión, privada, ello no quiere decir que tenga que ser clandestina. Hasta aquí completamente de acuerdo, y el hecho de que se celebren estas manifestaciones es expresión de un sano pluralismo.
En lo que deifícilmente se puede estar de acuerdo en este empeño de denostar las "creencias" de los demás. El que uno crea que la única familia admisible es la tradicional y esté en contra de otras modalidades familiares no le da derecho a atribuir a quienes piensan otra cosa perversas intenciones persecutorias y lacras antidemocráticas. Como demuestra fehacientemente la manifestación de ayer, nadie persigue a los defensores de la familia tradicional.
Como tampoco el estar en contra del aborto implica descalificar a quienes piensan que, siendo una situación indeseable, debe estar regulado de forma racional, y mucho menos acusarlos de "estar a favor de la cultura de la muerte", como se dice desde púlpitos y tribunas.También pueden defender perfectamente que la convivencia ciudadana tiene que estar basada en creencias sobrenaturales frente a quienes defienden la primacía de las leyes democráticas sin que estos últimos sean unos "relativistas que pretenden disolver la sociedad".
La brocha gorda sigue siendo una de las señas de identidad de nuestro país de países.