Mañana se producirá, Laporta mediante, el evento consultivo "soberanista" en Cataluña / Catalunya. Decenas de ciudades y pueblos van a votar en referéndum oficioso-no es legal ni vinculante ni ilegal ni desdeñable- si ven su futuro fuera o dentro de España. Bien, particularmente no tengo nada que oponer a todo aquello que se haga sin violencia y con afán más lúdico que otra cosa. Y si un día va en serio y se produjera una mayoría clara en el Parlament sobre una hipotética secesión, podría pasar como en Quebec, donde los nacionalistas fuerzan una y otra vez una consulta-que allí sí es legal y vinculante- para separarse de Canadá. Claro que allí nadie se rasga las vestiduras al grito de ¡La patria en peligro!, y tienen un Tribunal Supremo que en vez de hacerse la dama ofendida va y legisla en el único sentido posible, el de la razón jurídica y la lógica democrática. Y así dictamina y crea jurisprudencia que para separarse de un país al que pertenecen desde hace la tira, debe haber una pregunta clara e inequívoca, nada de subterfugios autodeterministas o soberanistas: nos vamos o no nos vamos, una mayoría suficiente de convencidos (no la cuantifica, pero en todo caso debería ser superior a un 60%), y por último, ponerse de acuerdo con el resto del país para el "reparto de muebles".
Repito, a mí no me inquieta una hipotética salida de los catalanes de España. No creo en unidades sagradas ni mantenidas manu militari o por fundamentalismos constitucionalistas. Lo que me inquieta de verdad es , primero, que Laporta el presidente del Barça se signifique tanto en el momento más dulce de la historia de mi tribu deportiva, cuando es la admiración del mundo mundial. Puede desestabilizarnos y jamás se lo perdonaría. Y segundo: ¿En qué liga jugaría el Barça en el caso de un adiós a España?