28-X-06
No es solo el propio placer de bañarse en el mar cuando noviembre asoma su entrecejo tantas veces borrascoso, ¿qué decir de la sublime (por refinada) dicha de contárselo con pelos y señales a los residentes en el planeta Tierra que a estas alturas batallan contra el tráfico, la lluvia, el estrés, y las campañas electorales?
Luego, con ese hormigueo en el cuerpo que te deja el sol otoñal y el calorcillo más íntimo proporcionado por un excelente vi de la terra, un voluptuoso “Rubí del Mediterráneo”, y mientras el Barça recupera goles y alegría, reflexionas con unos amigos gran reserva sobre la querencia de tantos coetáneos emigrados por volver a la Isla de sus ancestros. Llegamos a la conclusión de que no buscan, no buscamos, un paisaje sino una época, la infancia. Lo explica de forma clarividente Sándor Marai en “La mujer justa”:
“La infancia es el recuerdo de la expectación. Eso es lo que hay en el fondo de todas las vidas. Queda impreso para siempre en nuestra memoria y aflora incluso cuando, mucho tiempo después, llegamos a ver maravillas como el Everest o el lago Michigan. Las voces, las luces, las alegrías y las sorpresas, las esperanzas y los miedos que encierra nuestra niñez, eso es lo que realmente amamos, lo que buscamos toda la vida…”
29-X-06
De nuevo huelga de periódicos en el domingo isleño. De un tiempo a esta parte cuando, al despertar, abro un ojo y veo un atisbo de niebla empiezo a notar ya el síndrome de abstinencia. Pero en esta ocasión es mucho más traumático porque el día amanece radiante. Me relamo pensando ya en el olor a tinta de las hojas de El País y La Vanguardia pasando ante mis ojos, mientras le echo una distraída mirada a los avatares del Vive La Salle…
Pues va a ser que no, el avión no ha llegado, me espeta la amable y elegante quiosquera de Fort de l’Eau mientras en sus espectaculares ojos centellea una resignada ironía. Me resigno al sucedáneo de Internet, aunque solamente El País y Abc me dejan acceder libremente a todos sus contenidos, incluidos sus artículos de opinión y corresponsalías, que es lo que realmente me interesa de los periódicos (las noticias ya las sé).
Para más inri, mi hijo pequeño, que es un auténtico hijo…de la era audiovisual se burla de mi irritación dominguera: tus periódicos, me dice, tienen los días contados, pronto desaparecerán, todo el mundo los lee ya por Internet. Sí, ya me parecía, le contesto, que la gente hoy día no lee más que titulares y entradillas, se nota.
30-X-06
Espoleado por Josep Mª Quintana, por mi cibernética esposa, y por mi fatalista convencimiento de que nunca más (snif) voy a recibir cartas escritas a mano, montamos un blog, o sea, uno de esos misteriosos no lugares a los que cualquiera puede acceder con sólo pulsar unas teclas. Tan raro es eso que puedes colgar cosas inútiles como por ejemplo, tus opiniones, para que otros viajeros virtuales puedan desmenuzarlas y triturarlas convenientemente, lo cual no está nada mal sino todo lo contrario. En fin, queda inaugurado este cibernético pantano: www.pedrojbosch.blogspot.com.
31-X-06
En general me fastidian las taxonomías tipológicas (si los catalanes son así o los españoles asá, o los alemanes, o los británicos etc.) por reduccionistas, ya que propician nacionalismos estúpidos (¿pleonasmo?), de defensa acrítica del “nosaltres som així” “lo nostro” etc. Pienso esto, digo, pero a veces me retracto, sobre todo cuando constato reiteradamente una característica especialmente irritante, como la muy española falta de discreción, el desparpajo dicharachero. Aquí todo es susceptible de estar en la picota, en la plaza pública (y preferiblemente con grandes aspavientos).
A veces siento vergüenza ajena al escuchar, muy a mi pesar, determinadas charlas telefónicas en lugares públicos, leer algunas cartas al director, meros desahogos personales (¡te vas a enterar!), sin ningún interés social, o artículos / minipímer en los que parece haberse metido en el recipiente, sin ton ni son, una serie de ingredientes, un fondo de fobia política, un magma de apocalíptico totum revolutum, un chorrito (o manguerazo) de de mala uva y un pellizquito de sal gorda ( evitando siempre el rigor, demasiado soso). No queda más que darle el botón y esperar los resultados: nunca faltarán quienes feliciten al osado autor por haber “ventado”, o de forma más castiza, por cantar las verdades al lucero del alba.
Pero donde la falta de contención está llegando ya a términos de obscenidad casi pornográfica (precisamente donde más discretos deberíamos ser todos por lo que nos jugamos) es en el llamado Proceso de Paz en el País Vasco, convertido en un zoco donde todos vociferan, casi nadie sabe lo que dice, pero todos opinan, perpetran juicios paralelos, juicios de intenciones y promulgan sentencias tremendistas del tipo “España de rodillas”, “traición a los muertos” etcétera. Y es que Una y Grande puede que ya no sea, pero vocinglera, vaya que sí es, esta España nuestra.
2-XI-06
Siglas aparte, algunas cosas están claras en los resultados electorales de Cataluña: hay una mayoría de izquierdas, un retroceso de opciones de obediencia española, un preocupante incremento de la abstención y la refrescante irrupción parlamentaria de un nuevo partido decidido a tocarle las gónadas al establishment. Esto, guste o no guste, es la auténtica realidad nacional de nuestros vecinos continentales.
No es solo el propio placer de bañarse en el mar cuando noviembre asoma su entrecejo tantas veces borrascoso, ¿qué decir de la sublime (por refinada) dicha de contárselo con pelos y señales a los residentes en el planeta Tierra que a estas alturas batallan contra el tráfico, la lluvia, el estrés, y las campañas electorales?
Luego, con ese hormigueo en el cuerpo que te deja el sol otoñal y el calorcillo más íntimo proporcionado por un excelente vi de la terra, un voluptuoso “Rubí del Mediterráneo”, y mientras el Barça recupera goles y alegría, reflexionas con unos amigos gran reserva sobre la querencia de tantos coetáneos emigrados por volver a la Isla de sus ancestros. Llegamos a la conclusión de que no buscan, no buscamos, un paisaje sino una época, la infancia. Lo explica de forma clarividente Sándor Marai en “La mujer justa”:
“La infancia es el recuerdo de la expectación. Eso es lo que hay en el fondo de todas las vidas. Queda impreso para siempre en nuestra memoria y aflora incluso cuando, mucho tiempo después, llegamos a ver maravillas como el Everest o el lago Michigan. Las voces, las luces, las alegrías y las sorpresas, las esperanzas y los miedos que encierra nuestra niñez, eso es lo que realmente amamos, lo que buscamos toda la vida…”
29-X-06
De nuevo huelga de periódicos en el domingo isleño. De un tiempo a esta parte cuando, al despertar, abro un ojo y veo un atisbo de niebla empiezo a notar ya el síndrome de abstinencia. Pero en esta ocasión es mucho más traumático porque el día amanece radiante. Me relamo pensando ya en el olor a tinta de las hojas de El País y La Vanguardia pasando ante mis ojos, mientras le echo una distraída mirada a los avatares del Vive La Salle…
Pues va a ser que no, el avión no ha llegado, me espeta la amable y elegante quiosquera de Fort de l’Eau mientras en sus espectaculares ojos centellea una resignada ironía. Me resigno al sucedáneo de Internet, aunque solamente El País y Abc me dejan acceder libremente a todos sus contenidos, incluidos sus artículos de opinión y corresponsalías, que es lo que realmente me interesa de los periódicos (las noticias ya las sé).
Para más inri, mi hijo pequeño, que es un auténtico hijo…de la era audiovisual se burla de mi irritación dominguera: tus periódicos, me dice, tienen los días contados, pronto desaparecerán, todo el mundo los lee ya por Internet. Sí, ya me parecía, le contesto, que la gente hoy día no lee más que titulares y entradillas, se nota.
30-X-06
Espoleado por Josep Mª Quintana, por mi cibernética esposa, y por mi fatalista convencimiento de que nunca más (snif) voy a recibir cartas escritas a mano, montamos un blog, o sea, uno de esos misteriosos no lugares a los que cualquiera puede acceder con sólo pulsar unas teclas. Tan raro es eso que puedes colgar cosas inútiles como por ejemplo, tus opiniones, para que otros viajeros virtuales puedan desmenuzarlas y triturarlas convenientemente, lo cual no está nada mal sino todo lo contrario. En fin, queda inaugurado este cibernético pantano: www.pedrojbosch.blogspot.com.
31-X-06
En general me fastidian las taxonomías tipológicas (si los catalanes son así o los españoles asá, o los alemanes, o los británicos etc.) por reduccionistas, ya que propician nacionalismos estúpidos (¿pleonasmo?), de defensa acrítica del “nosaltres som així” “lo nostro” etc. Pienso esto, digo, pero a veces me retracto, sobre todo cuando constato reiteradamente una característica especialmente irritante, como la muy española falta de discreción, el desparpajo dicharachero. Aquí todo es susceptible de estar en la picota, en la plaza pública (y preferiblemente con grandes aspavientos).
A veces siento vergüenza ajena al escuchar, muy a mi pesar, determinadas charlas telefónicas en lugares públicos, leer algunas cartas al director, meros desahogos personales (¡te vas a enterar!), sin ningún interés social, o artículos / minipímer en los que parece haberse metido en el recipiente, sin ton ni son, una serie de ingredientes, un fondo de fobia política, un magma de apocalíptico totum revolutum, un chorrito (o manguerazo) de de mala uva y un pellizquito de sal gorda ( evitando siempre el rigor, demasiado soso). No queda más que darle el botón y esperar los resultados: nunca faltarán quienes feliciten al osado autor por haber “ventado”, o de forma más castiza, por cantar las verdades al lucero del alba.
Pero donde la falta de contención está llegando ya a términos de obscenidad casi pornográfica (precisamente donde más discretos deberíamos ser todos por lo que nos jugamos) es en el llamado Proceso de Paz en el País Vasco, convertido en un zoco donde todos vociferan, casi nadie sabe lo que dice, pero todos opinan, perpetran juicios paralelos, juicios de intenciones y promulgan sentencias tremendistas del tipo “España de rodillas”, “traición a los muertos” etcétera. Y es que Una y Grande puede que ya no sea, pero vocinglera, vaya que sí es, esta España nuestra.
2-XI-06
Siglas aparte, algunas cosas están claras en los resultados electorales de Cataluña: hay una mayoría de izquierdas, un retroceso de opciones de obediencia española, un preocupante incremento de la abstención y la refrescante irrupción parlamentaria de un nuevo partido decidido a tocarle las gónadas al establishment. Esto, guste o no guste, es la auténtica realidad nacional de nuestros vecinos continentales.