16-III-07
Ya he dejado dicho en estas notas que me encanta recibir cartas manuscritas, que me he adaptado al formato electrónico sólo por necesidad y que me niego rotundamente a la mensajería telefónica salvo en casos imperiosos, aunque, dada mi proverbial torpeza con el miniteclado y su escritura sincopada, estoy considerando volver a la telegrafía sin hilos que me resultaría más operativa (otro palabro muy en boga).
Bueno, pues resulta que el peligro acecha en ese mundo cibernético en el que nos vemos obligados a navegar (y a naufragar repetidamente). Ha surgido un fenómeno llamado flaming que consiste en el envío de mensajes ofensivos, embarazosos o directamente groseros, como consecuencia del efecto desinhibidor de Internet, el hecho evidente de que la gente se comporta con menos restricciones cuando está en el ciberespacio…
Qué quieren que les diga, a mí todo esto me suena. Y es que, tras más de cuarenta años como columnista casi exclusivo de esta casa, dispongo de un variado archivo de cartas anónimas…ofensivas, embarazosas o directamente groseras y la primera de ellas, que me recuerda de vez en cuando el maestro de periodistas Paco Pons Capó, la recibí cuando apenas contaba trece años, criaturita (mi madre, asustada, me conminó, con escaso éxito a dejar de escribir), ¡qué me van a contar a mí de flamings!
Ya he dejado dicho en estas notas que me encanta recibir cartas manuscritas, que me he adaptado al formato electrónico sólo por necesidad y que me niego rotundamente a la mensajería telefónica salvo en casos imperiosos, aunque, dada mi proverbial torpeza con el miniteclado y su escritura sincopada, estoy considerando volver a la telegrafía sin hilos que me resultaría más operativa (otro palabro muy en boga).
Bueno, pues resulta que el peligro acecha en ese mundo cibernético en el que nos vemos obligados a navegar (y a naufragar repetidamente). Ha surgido un fenómeno llamado flaming que consiste en el envío de mensajes ofensivos, embarazosos o directamente groseros, como consecuencia del efecto desinhibidor de Internet, el hecho evidente de que la gente se comporta con menos restricciones cuando está en el ciberespacio…
Qué quieren que les diga, a mí todo esto me suena. Y es que, tras más de cuarenta años como columnista casi exclusivo de esta casa, dispongo de un variado archivo de cartas anónimas…ofensivas, embarazosas o directamente groseras y la primera de ellas, que me recuerda de vez en cuando el maestro de periodistas Paco Pons Capó, la recibí cuando apenas contaba trece años, criaturita (mi madre, asustada, me conminó, con escaso éxito a dejar de escribir), ¡qué me van a contar a mí de flamings!
17-III-07
El manifestómetro nacional sigue oscilando frenéticamente. Hoy salen a la calle los nostálgicos de las protestas contra la guerra de Iraq exigiendo la retirada inmediata de los tropas extranjeras (cuanto peor, mejor, parecen propugnar), y en Pamplona los convencidos (?) de que Navarra está en peligro se ser entregada, cual damisela virginal, a los desordenados apetitos del nacionalismo vasco imperialista… Debemos ser el país con mayor índice de manifestaciones (¿romerías?) per capita. Ahí tenemos otra interesante seña de identidad patriótica que añadir al acervo hispano.
Por la noche veo el partido del Barça con un estereotipado madridista que niega la mayor, o sea que mientras el culerismo representa una cierta idea de España (no necesariamente catalanista), que sí, el merenguismo se identifica con otra (no necesariamente facha), que también. Nuestra radical divergencia queda palpablemente de manifiesto en el primer gol de Eto’o: donde yo veo una sutil parábola, él ve un churro. Las dos Españas, qué le vamos a hacer.
18-III-07
Mientras me acaricio la mejilla con la sedosa textura de la brocha de afeitar que compré el otro día en “Floris”, la exclusiva tienda londinense que fundara el menorquín Juan Femenías Floris hace ya unos siglos (Jermyn Street, Londres, junto a Piccadilly), pienso en lo sencillo que resulta convertir en una fiesta momentos aparentemente fútiles. Como el de afeitarse,¡qué distinto hacerlo con una maquinilla de supermercado que tomar amorosamente el mango nacarado del paisano Floris!, o desayunar envuelto en el aroma de un buen café, compadeciendo a los que se empeñan en no tener tiempo de hacerlo pausadamente (con levantarse media hora antes es suficiente), mientras hojeas el “Menorca” del día…
Hasta Tronya y Allen están tranquilos y se dejan lavar en esta plácida mañana de domingo en que brilla el sol, los pájaros trinan y los ojos aún me hacen chiribitas por la contundente victoria, anoche, del Barça. Así que decido no estropear el día, prescindo de repasar los periódicos en Internet y decido leer sólo ensayos o artículos de matiz filosófico o sociológico (y echarle una mirada al “Pronto”, para qué negarlo). Ni una palabra de pornopolítica, que es lo que se gasta por estos pagos. Ni siquiera el Vive Menorca turbará mi paz. Stop al estrés. Una cañita en Cales Fonts, una desmayada mirada al conocido diario bolchevique y aquí paz y después gloria.
19-III-07
Mi ancestral adicción a la radio matutina me hace romper la tregua que me había impuesto ayer. Al fin y al cabo es lunes. Pero el optimismo ya no me lo quita nadie: sigo pensando que pese al ruido ambiental (interesadamente artificial), la sangre no llegará al río. No hay situación alguna de excepción para tanta alharaca, el esperpento empieza a percibirse y el globo se deshinchará. ¿Qué habrá que esperar a las elecciones generales? Pues esperaremos. Esa es la grandeza de la democracia: no hay otra “rebelión cívica” que la de las urnas.
20-III-07
Cuarto aniversario de un asunto nada rancio, el del inicio de la guerra de Iraq, un auténtico “GAL” planetario. Y no es una asociación de ideas artificial ni traída por los pelos: son las dos ocasiones que, en democracia, he vuelto a sentir vergüenza de ser ciudadano español, como en los viejos tiempos del abuelo. Ni Felipe ni Aznar se van a quitar jamás de encima semejantes lamparones, aunque los efectos colaterales sean mucho más dañinos, duraderos e impredecibles en el evento que surgió de las Azores.
21-III-07
Hablo por teléfono con un colega y viejo amigo de la gran urbe. En un momento de la conversación le confieso mi enorme ilusión por llegar a ser abuelo más pronto que tarde… Silencio.
-¿Tú, no?-pregunto, con la incómoda sensación de haber metido la pata por razones que se me escapan.
-Es que no he tenido tiempo para pensar en ello. Aquí, en la ciudad, la rueda laboral no para nunca de girar, y estoy pillado en ella. No tengo tiempo para sutilezas ni ilusiones…
Derramo una furtiva y nada metafórica lágrima por mi atribulado amigo.
22-III-07Una felicitación y un deseo. La primera para nuestro flamante Premio de la Crítica de la poesía catalana Ponç Pons que le restaña alguna herida y a sus amigos lletraferits nos llena de orgullo, y el segundo para un pronto y total restablecimiento de un inveterado lector de estas notas, ese asturiano honesto, afable y dicharachero que un día ya lejano decidió hacerse santlluiser y que atiende por Elías Noval.
