Cuando hace ya unos meses programé un fin de semana en Londres, no podía imaginar que iba a ser uno de los viajes más oportunos de mi vida. Me fui de España cuando empezaban a escucharse fragorosos tambores de guerra en algunos medios de comunicación: palabras como "rendición", "rebelión "y llamadas a "la acción" resonaban en mis oídos a la hora de tomar el avión...
¡Qué maravillosos tres día londinenses mientras mis paisanos se enzarzaban de nuevo en un auténtico esperpento, uno más! Porque por mucho que nos repugne al tal de Juana, que es un guiñapo humano (no hace más que seguir sus reacciones ante las fechorías de su banda), es incuestionable que había cumplido su pena y las leyes no se pueden retorcer porque lo pidan equis millones de españoles. Las leyes no se cambian a golpe de pancarta sino por decisiones parlamentarias...
Paseando por la City londinense echo una ojeada a los periódicos españoles y me parece que son noticias del tercer mundo.Dan unas ganas enormes de quedarse en este país emporio de cortesía y libertad, pero me temo que no va a ser posible y habrá que volver a la infame cutrez de una política de trincheras que amenaza con anegarnos hasta las próximas elecciones generales.¿Tanto duele esto de no estar en el poder?