Dietario publicad en "Diario Menorca" el sábado 25 de noviembre
15-XI-07
Acudo al plató de IB3 para una tertulia sobre una hipotética “identidad balear”que obviamente no existe pero que puede acabar por tomar carta de naturaleza si cala la lluvia fina de unas instituciones que funcionen y fomenten los intercambios escolares y culturales, si se facilitan los viajes interislas y se hace la imprescindible pedagogía despatriotizadora en un mundo de matices, es decir menos identidades fuertes (“yo soy muy tal o cual”) y más solubilidad entre unos y otros... Bajo focos y cámaras y rodeado de mallorquines, tan suyos en su Arcadia, me sentí muy menorquín, pero cuando, allende el Ebro, me llaman “polaco”, lo que me ha ocurrido en más de una ocasión, me siento hermano de Josep Lluis, si alguien se mete desaforadamente con los ingleses me siento uno de ellos por taranná personal y por aquello de su imperecedera huella en la isla, y el otro día escuchando a Hugo Chávez, me sentí tan español como mi amigo asturiano. Estas son mis identidades y, parafraseando a Groucho Marx, si no le gustan puedo tener otras.
No llegó a plantearse en el debate el tema del “himno de la Comunidad” del que algunos hablan, y tanto mejor, porque no hubiera podido reprimir la risa al proponer “Un senyor demunt un ruc”, ya que para quienes alardean de cabalgar un brioso corcel no les iría mal una cura de humildad, y también porque la propia historia del señor que va en burro y sufre llenegades ejemplifica el estado natural del hombre que no es otro que la caída, por mucho que experimente orgasmos ante banderas e himnos.
Acudo al plató de IB3 para una tertulia sobre una hipotética “identidad balear”que obviamente no existe pero que puede acabar por tomar carta de naturaleza si cala la lluvia fina de unas instituciones que funcionen y fomenten los intercambios escolares y culturales, si se facilitan los viajes interislas y se hace la imprescindible pedagogía despatriotizadora en un mundo de matices, es decir menos identidades fuertes (“yo soy muy tal o cual”) y más solubilidad entre unos y otros... Bajo focos y cámaras y rodeado de mallorquines, tan suyos en su Arcadia, me sentí muy menorquín, pero cuando, allende el Ebro, me llaman “polaco”, lo que me ha ocurrido en más de una ocasión, me siento hermano de Josep Lluis, si alguien se mete desaforadamente con los ingleses me siento uno de ellos por taranná personal y por aquello de su imperecedera huella en la isla, y el otro día escuchando a Hugo Chávez, me sentí tan español como mi amigo asturiano. Estas son mis identidades y, parafraseando a Groucho Marx, si no le gustan puedo tener otras.
No llegó a plantearse en el debate el tema del “himno de la Comunidad” del que algunos hablan, y tanto mejor, porque no hubiera podido reprimir la risa al proponer “Un senyor demunt un ruc”, ya que para quienes alardean de cabalgar un brioso corcel no les iría mal una cura de humildad, y también porque la propia historia del señor que va en burro y sufre llenegades ejemplifica el estado natural del hombre que no es otro que la caída, por mucho que experimente orgasmos ante banderas e himnos.
16-XI-07
Acudo a la llamada de mis buenos amigos del diario vecino UH Menorca para compartir con ellos la alegría de su impresión en la isla y pasamos un rato distendido rememorando viejas batallas periodísticas y vivencias humanas que se remontan ¡ay!, a la noche de los tiempos. Tras hacer inventario con Tomeu Gili de lo que valía la pena mirar, y defender la cooficialidad del Maó/Mahón frente a talibanismos de izquierda y derecha, reconforto a algunos alicaídos culés sobre las posibilidades del Barça (este año sólo nos interesa la Champions, les digo, pero no sé si logro convencerlos), mientras, a lo lejos, Lázaro Alcaide muestra su colmillo de implacable líder blanco. Sic transit.
17-XI-07
¿Es el mundo de derechas o sólo los que escriben todos los días en mi blog? Ante la apabullante realidad, y un tanto agobiado por la presión del think tank que se ha instalado en mi portal, exhumo un trabajo leído hace unos meses en la revista “Claves” (rojo-masónica-polanquiana, por supuesto), precisamente titulado con la primera parte de la pregunta, en el que se exponen algunas evidencias llamativas:
-Ninguna de las grandes metas históricas de la izquierda ha logrado arraigar en la mentalidad general de los países occidentales, ni la elevación del nivel de instrucción y cultura, ni la generalización de una mínima mentalidad racional y laica, ni la creación de una conciencia cívica solidaria, ni la lucha contra la pobreza, ni el respeto por el medio ambiente....
-Es más fácil encontrar una aguja en un pajar que una persona de derechas que se desplace a la izquierda (viceversa, son legión)
-Todo el mundo quiere participar en el Mercado Libre, antes llamado capitalismo, el cual ha creado un modelo que ha arrasado con el concepto de proletariado: ¿A quién le apetece, hoy día, realmente, parecer un obrero?
-Los ideales de la izquierda no están ya a la altura de los tiempos: ¿adónde van, en una época de derroche, consumista y librecambista, con esos ideales restrictivos?
-La cultura del entretenimiento, los libros de autoayuda y los de intrigas vaticanas han arrasado al ideal laico e ilustrado.
En pocas palabras, concluye el catedrático de Lingüística de la Universidad de Roma Raffaele Simone, ¿cómo se puede pretender que una multitud distraída por el deseo de consumir, confundida entre lo real y lo virtual, espoleada continuamente por móviles egoístas, pueda concentrarse en algo como “los ideales de izquierda”?
Moraleja primera:
No es el blog, estúpido, es el mundo, y estos son sus postulados:
a) el de propiedad ( “esto es mío y nadie me lo toca”)
b) el de superioridad ( “yo soy el primero, tú no eres nadie”)
c) el de libertad total ( “yo hago lo que me da la gana”)
d) el de no intrusión (“tú, ocúpate de tus cosas”)
e) el de indistinción entre lo público y lo privado (“aprovéchate tú también si puedes”)
Moraleja Segunda:
Esto es lo que hay y además luce el sol, así que me voy al puerto a tomarme una cañita.
20-XI-07
Mi casa anda revolucionada con el inicio del rodaje de la serie Vent Maleit que dirige un tal Miguel Bosch para la xerxa de televisiones locales catalanas. Entre labores de intendencia (gracias a tantos amigos por su colaboración) y preparativos para nuestros cameos, el ambiente es de efervescencia. Me encuentro a la actriz taiwanesa Chi instalada en mi escritorio y, como telonero que soy, me quedo en un discreto segundo plano (con ella, todo lo que no sea discreción, es pura estridencia)... Vent Maleit es una experiencia inenarrable para todos cuantos participamos, una obra artística fresca, original, con un lenguaje visual alegórico de gran belleza y un mensaje de fondo: no nos dejemos mecer por el viento, escribamos nuestro propio argumento vital. Mi hijo Miguel lo lleva haciendo desde hace veintisiete años.