Cuando más deprimido estaba por la nueva derrota del Barça, el rifirrafe de la Cumbre Iberamericana tuvo la virtud de sacarme del ensimismamiento. Aquel espectáculo tabernario protagonizado por el patán Chávez y el "campechano" Juan Carlos I parecía una película esperpéntica al estilo de "Bananas" de Woody Allen.
Hoy veo las reacciones y aparecen los amantes de la democracia testicular elogiando la salida de tono del Rey, para mí inapropiada. Mejor estuvo el enérgico comedimiento de Zapatero pese a sus circunloquios y florilegios habituales. Celebro que Aznar haya tenido el noble gesto de agradecérselo tanto al Rey como al propio Zapatero.
De todas formas, creo que a don Juan Carlos hay que sacarlo urgentemente de todo debate político. Que aparezca en el mensaje navideño, por aquello de la tradición y que siga el consejo de Franco (¡mira por dónde!): "Joven, hágame caso y no se meta en política". Creo que la institución monárquica se lo agradecería.