Sigo sin entender en qué parámetros se basa la gente para declarar a alguien "vencedor de un debate".Sólo en casos de flagrante balbuceo o de rendición tácita ante el otro, como en el caso Solbes-Pizarro, puede llegar a determinarse, y con todas las reservas a que obliga la honestidad intelectual.¿Que ganó Zapatero? La verdad, no sé en qué aspectos, prácticamente se fue por los cerros de Úbeda. ¿Que lo hizo Rajoy?, como no sea en agresividad y arrogancia...
Lo único bueno de todo este montaje mediático, encorsetado y banal, es el simple hecho que se haya podido realizar, cosa que nunca ha sucedido durante los mandatos conservadores. Pero llamar debate a esta sucesión de monólogos teledirigidos por los aparatos de los partidos, en la que el periodista actúa de convidado de piedra más que una impostura es una tomadura de pelo.
Si vuelve a haberlos en el futuro, los dos candidatos deben sentarse en un sofá con dos periodistas de reconocido prestigio e independencia, que los hay, pese a la actual guerra de trincheras, y éstos deben intervenir cuando los "contendientes" intentan irse de rositas ante las interpelaciones directas, o cuando evaden temas cruciales como sucedió ayer con la política exterior, las relaciones Iglesia-Estado, la política territorial (¿se pueden hacer concesiones de carácter simbólico a Euskadi o cataluña que no conlleven diferencia de derechos ciudadanos?) o la lucha antiterrorista ( muchos ciudadanos creemos que de una u otra forma habrá que hablar con los terroristas, más allá de "darles caña"), y cuando se obvia todo atisbo de pedadogía política, función colateral de los líderes políticos, aunque no desdeñable.
Resulta grotesco que no se hiciera la menor referencia al imprescindible respeto a las instituciones que ha brillado por su ausencia en esta legislatura, con burdos intentos de desprestigiar a la policía, jueces, tribunales (incluso al "tribunal de tribunales", el Constitucional, con burdas impugnaciones para condiconar la sentencia sobre el Estatut) e incluso últimamente a las instituciones económicas si sus datos "no gustan". Tampoco es de recibo que se repita el sonsonete de la demonización de los contactos con ETA (contactar no es "legitimar" y hablar de política no es "negociar" y mucho menos "rendirse"), y que se siga manipulando el tema del catalán, competencia transferida y en la que el Parlament de Catalunya muestra un amplio consenso ( la Constitución no obliga a que la enseñanza sea en este u otro idioma sino a que se asegure la competencia en ambos), como en otras comunidades con idioma propio como Suiza o Bélgica.
En fin,en el futuro sería deseable más pedagogía, menos exabruptos y si no fuera pedir peras al olmo, alguna ironía, que al fin y al cabo, pase lo que pase, no se va a hundir el mundo a partir del día 11.