Me decía el otro día un fervoroso creyente en los poderes taumatúrgicos del gobierno que viene que "por lo menos se habrán acabado las improvisaciones". Ante mi sonrisa flagrantemente escéptica, tuve que explicarme (los creyentes no entienden de dudas):
"En verdad en verdad te digo que mucho me temo que San Mariano va a tener que improvisar un día sí y otro tan bien porque como decimos por aquí, "Lo més clar es s'embull", o sea que todo está tan confuso y cambiante que nadie sabe por dónde tirar."
Ni siquiera los también fervorosos creyentes en las doctrinas económicas neoliberales (la mano invisible del Mercado resularía los flujos de dinero, según ellos)están hoy día muy seguros de lo que ofrecen. Su mantra actual de la austeridad y el déficit cero parece contraer aún más la economía, y ya son muchas las voces que se alzan en favor de intervenciones públicas de estímulo fiscal para favorecer la demanda, o sea, políticas claramente "keynesianas" o socialdemócratas, tan denostadas hasta anteayer.
Así que mucho me temo los amantes de las políticas "sin complejos ni improvisaciones" van a tener que relativizar sus propuestas (otra vez el pérfifo relativismo, sí) y adaptarse a las cambiantes circunstancias de todos los días. Y es que una tormenta perfecta no entiende de hohas de ruta.