Publicado en "Diario Menorca" el sábado 2 de diciembre
24-XI-06
En plena proyección de “Scoop”, la última película de Woody Allen, entre risa y risa me sacude un escalofrío al pensar cuántas películas nos quedarán del maestro neoyorquino, que ha superado ya la frontera de los setenta años, cuántas veces podremos sus fieles seguir cumpliendo con el precepto anual de acudir a sus estrenos, aprovechando estratégicamente congresos profesionales o citas familiares, y lo que es aún más inquietante, ¿quién nos va a proveer de humor inteligente cuando se apague el talento de Woody?
También pienso en la falta de hábito del espectador español en las versiones originales subtituladas, que deberían ser la norma, como en tantos países, pues además de aprender idiomas, es la única manera de apreciar en toda su intensidad las inflexiones, los matices, la labor interpretativa en su conjunto, aunque en un principio pueda parecernos extraño (un amigo mío, muy español, aún se ríe burlonamente recordando el primer doblaje en catalán de John Wayne, sin aplicar la misma receta a la versión castellana, ¡ya me explicarán el casticismo del cow boy!).
Bueno, ¿y qué tal “Scoop”?, ¡qué les voy a decir! A los feligreses nos bastan los detalles, como cuando jugaba Cruyff. Los no adictos, si no tienen prejuicios (“Bah, este tío siempre con las mismas bromitas, etc”), también pueden disfrutar. “Scoop” es tan ligera como una brisa, pero efervescente, llena de burbujitas, pero de esas de champán francés, que apenas se notan pero se traducen en una sonrisa complacida que dura hora y media. Y hay intriga como en “Match Point”. Y, por si fuera poco, también está Scarlett Johansson. Casi nada.
25-XI-06
Me reúno en los pasillos del congreso con oftalmólogos que ya peinan canas, o directamente no se peinan; nos invade una curiosidad trufada de escepticismo ante algunas novedades terapéuticas en enfermedades oculares ante las que hasta ahora estábamos prácticamente inermes. Fascinada curiosidad ante espectaculares avances, sí, pero escepticismo preventivo ante el cúmulo de intereses comerciales que revolotean hoy día sobre la práctica médica.
Por la noche, la madre de todos los congresos en el Nou Camp. “Es cuestión de fe, los que no la tenéis no podéis comprender”, me escucho decir cuando, consumada la ascensión al Olimpo de Ronaldinho, mi hijo y yo tratamos de transmitir nuestra emoción a infieles varios que nos esperan para un prosaico tentempié. Y es ambos nos hemos sentido levitar, y no de emoción tribal vindicativa precisamente, sino de pura experiencia estética. Ya sé que muchos lectores de poca fe sonreirán ante lo que consideran un desvarío de hincha, pero allá ellos porque de ellos no será el reino de los goles sublimes.
26-XI-06
Impagable sensación de sosiego ciudadano. Y es que me da la impresión de que ni los taxistas están aquí crispados, lo que no deja de ser insólito; me hablan de James Bond, del Barça-mi especialidad en este domingo de gloria- y de comida, pero ninguno de ellos tiene conectada la emisora flamígera, como suele ocurrirme en Madrid, ni mucho menos profieren exaltadas corroboraciones a las soflamas del insigne Federico JL.
Por su parte, La Vanguardia, el periódico catalán de referencia, se mantiene sereno, siempre dentro de un orden, que es el orden de sus cosas, el que le gusta al establishment. Apenas hay referencias a la manifestación del PP y la AVT en Madrid, y algunas al Tripartito, que no gusta mucho, pero al que le van a conceder, civilizadamente, los cien días de cortesía habituales. Hablo catalán y castellano con naturalidad, sin forzar a nadie y pienso en una imagen que puede ser la metáfora perfecta de la Cataluña cosmopolita: Albert Rivera, el catalano parlante líder de Ciudadanos de Cataluña hablando castellano en el Parlament, y José Montilla, castellano parlante, contestándole en catalán.
Comento alguna de estas cosas con Carme Riera en la Feria del libro de Plaza España y compruebo con orgullo patrio que tanto Els Nikolaidis de JM Quintana como mis Van Vosh están ahí.
27-XI-06
Nos despedimos de Barcelona compartiendo sensaciones con otros espectadores ante otra buena película (antes he tratado de explicar a un colega, creo que inútilmente, que no es lo mismo bajarse una película de Internet que ir al cine ). Vemos “The Queen”, el film de Stephen Frears que narra la actitud de Isabel II de Inglaterra ante la muerte de su “histérica y exhibicionista” nuera Lady Diana Spencer. Es una película equilibrada, expresiva, bien ambientada y maravillosamente interpretada por Helen Mirren. El trasfondo político viene tratado con exquisita contención, exento de cualquier tentación ese panfletarismo tan caro a Ken Loach.
En la película de Frears emerge con fuerza una característica crucial de la contemporaneidad que se le escapó a Isabel II y que tan bien supo captar Tony Blair: el culto a la emoción colectiva, traducido en aquel afortunado (aunque descabellado) eslogan de “la Princesa del Pueblo”. Princesas populares, funerales regios, recitales roqueros, un gol de chilena, cualquier pretexto es bueno para dar salida un éxtasis que ya no anida en el interior del hombre.
28-XI-06
Vuelvo al zapping madrugador y, entre herreras, francinos y federicos me sobreviene un pensamiento más bien perverso: ¿Tendrá algo que ver la aridez de la política española con el fútbol pedregoso del Real Madrid?, ¿el Balón de Oro a Cannavaro con la cutrez universal imperante? , ¿y el oasis catalán con el fútbol-arte del Barça? , ¿o se trata simplemente de que aquí el talante de la derecha constituye el verdadero signo diferencial catalán?
30-XI-06
¡Adiós España!, es un excelente reclamo para un mitin, pero resulta disuasorio para los amantes de las conferencias.